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La Frase de mí Tío

"La precisión...no es casualidad"
Enríque García

jueves, 8 de septiembre de 2022

La selva del vaivén

“Soy” desierto, Darién, nieve y volcán. Este año está lleno de vacunas, barajitas, bombardeos, bedeles y víboras que rompen cáscaras de huevos silvestres para alimentarse (de acuerdo con lo que vi en Discovery Channel antier). Ser colombiano, escuchar vallenato y que la sociedad colombiana no te quiera, es como ser venezolano, saber hacer arepas y que Venezuela no te quiera. Es como ser brasileño, jugar fútbol de forma extraordinaria y que no seas llamado a la selección nacional.

Supongo que es un vaivén de sentimientos. Nadie es poceta en su tierra. A estas alturas del año, ya he escuchado la palabra selva más veces que cuando leía El libro de la Selva en la escuela. Aunque debo aclarar que tardé muchos años entendiendo el hip-hop latinoamericano, para confirmar que la expresión “selva de cemento”, ni era una selva, ni estaba hecha de cemento.

Por supuesto, yo me imaginaba a Tarzán columpiándose en unos cables de alta tensión, ya que no había lianas naturales (¡Hola Liana!). Incluso, pensaba que Medusa vivía en una selva, en dicha selva, porque, bueno, ajá, todo era de cemento en esa selva.

Dense cuenta de que, ahora que uso mi memoria, yo nunca he puesto un pie en una selva. Dicen que el ser humano nunca ha puesto un pie en la luna (pero sí les han puesto muchachos a otras lunas, esos sí). Pero… ¿y si no existen las huellas en la luna? ¿Y si no existen las selvas de cemento? Quizás todo es un simple vaivén de ideas. Fíjense que en Zoobomafoo mostraban una selva, como hecha de felpa, con una [inserte imagen de advertencia para miembros de la generación de cristal que puedan sentir lastimada su sensible autopercepción con las palabras que están a punto de leer] bestia nefasta fea saltona sultán con ojos saltones. En dicho programa mostraban distintas especies animales y sus ambientes de coexistencia, no como una selva de cemento, sino un cementerio de ideas, porque saltaban, saltaban y saltaban, dos seres humanos con un lémur de felpa. ¡Nojodas! ¡Una idea iba, una idea venia!

Cuando comenzamos a hablar y a escribir, vamos entendiendo el mundo que nos rodea, sea salvaje o no, bestia. Entonces, cuando de niño me decían que el Rey León era el rey de la selva, luego al ver documentales en canales de televisión por cable, sobre las planicies y las sabanas africanas, mi cerebro chocaba en ese vaivén de ideas para decirme:

-¡Epa Rey! ¡El Rey León no vive en la selva! ¡Y no tienes que decirle rey al león, Rey! (debería dejar de ver ZobooMafoo en Youtube)

Durante dicho momento formativo de nuestra etapa escolar, conocí al tigre (¡Qué no tiene nada que ver con República Dominicana ni Puerto Rico, puñeta! El tigre sí vive en la selva, al igual que el jaguaryu de los chistes infantiles que me sabía, cuando estaba aprendiendo a apreciar la comedia. ¿Ven? ¡Una idea va, y una idea viene!

Existen situaciones rudas en la vida, y morir es una de ellas. No lo sé, ni lo he corroborado, pero lo puedo suponer. ¿Pero saben que debe ser rudo? Salir a una selva, cual sea, en cualquier parte del mundo, y que seas asesinado por una rana venenosa, un mosquito, un mosquito venenoso, o incluso la lengua venenosa de alguna suegra reclamándote, sobre por qué no le estás mandando dólares a su luna celestial, mientras que estás luchando contra los leones, los tigres, los cazadores furtivos, las cuaimas, las víboras, las tóxicas , las víboras tóxicas, y todo para salir, después de tanto vaivén, de la selva de la vida, sano y salvo, bestia.

 ¡"Todos merecemos ser felices, puñeta!

 

 

 

 

 

 

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