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La Frase de mí Tío

"La precisión...no es casualidad"
Enríque García

martes, 14 de abril de 2015

JUEGO DE CHOROS (gueinof trón)




El juego más esperado de todos ¡Y no es el juego de tronos! ¡Juego de choros! ¡El invielno se acelca, menol! ¡Tututu! Nuestra Venezuela, ha estado dividida a nivel histórico, entre ricos y pobres. Actualmente, tenemos 15 años divididos entre chavistas y escuálidos. ¿En la famosa serie Game of thrones, transmitida por el canal por suscripción HBO, existe alguna división? ¡Por supuesto! Hay un muro que separa a los salvajes, de los conciudadanos del reino.
 El muro que observamos en Juego de choros es un muro mental, donde se dividen los que tienen esperanza de que todo puede mejorar y  los otros que simplemente caminan  y salen a hacer su vida como zombies. Mi país está dividido en siete reinos, como la versión original, solo que aquí no pega frío un coño y no hay dragones sino políticos en el poder que tienen miles de años y aún siguen gobernando.  Está el pran central, quien controla el capitolio (podría decirse que “el niño guerrero”). En los valles andinos, el pran de Losande, o sea de los andes, del reino de los gochos. Boleta y jalador de miche por excelencia. No le teme al invierno que se aproxima, ni al “Winter is coming”, más rallado que visita e’ suegra.

En los llanos, Juan Hilario, del reino de las tierras infértiles, pendiente de cuanto pueda negociar con los paracos en la frontera, no cree en sayonas, silbones, dragones ni viejas mascadoras de chimó. Heredero de la alpargata de alambre.  En ‘er Zulia mardiciao, un príncipe maracucho boleta, rey del bachaqueo del norte centro-occidental y de la Chiquinquirá, con sus adyacencias y piraguas. No cree en la existencia de un gobierno central ni en paros petroleros. Bastardos todos. Desde las costas orientales, una reina que camina por toa’ esta vaina sin nombre ni cédula, siempre confundida con una peruana por su aspecto, pero de corazón noble. Lista pa’ liberar a su marido, que cayó preso en algún calabozo. Arrestado por la guardia imperial que no tiene carros ni caballos sino puros monopatines y triciclos, ante la escasez de divisas para traer alimentos y medicinas de altura para los cuadrúpedos ni repuestos automotrices para ser usados por los estúpidos.

 En esta constante guerra por alzarse, no con el trono de hierro como en la serie original, sino con el trono del cerro, muchos han caído sin siquiera haber querido sentarse en el bendito trono.  Ahí, donde no se cansan de robar. O sea. Se roban los dólares, se roban las motos, se roban lo que ya no se puede robar, se roban hasta los títulos universitarios. Tremendo cerro. Y tremendo trono. Se roban las cédulas para hacer colas como zombies y comprar una y otra vez, de forma ininterrumpida, todos los días. ¿Torres de control? ¿Puestos y alcabalas de patria segura? ¡Nada! ¡Aquí no hay “Guardia de la noche” ni guardia nocturna un carrizo!

Killer “Da Hunt” Andrés, matón de la autopista, rostro desfigurado por su chihuahua, cuando una ex-novia le lanzó mermelada de guayaba, (estando borracho…), con par de perritos callejeros, siempre listo pa’ perseguir a cuanta persona vea con monedas de oro (monedas de un bolívar “fuerte”), que le puedan ser útil para comprar boletos e ingresar a jugar maquinitas, de forma mente-polla y sangre fría.  No tiene reino ni cédula, pero tiene aliados. Muchos. Que pelan bolas y pasan roncha como él, bajo puentes. Estos carajos sí que saben del frío invierno, verano, otoño, ¡De cualquier frio chico! “¡Que Winter is coming un carrizo!” es su lema. Se reúnen en las sombras para ver como joden al sistema. Al de las maquinitas.

Lo que pega es un sol muy fuerte en este tropicaliente[1], donde los helados chupi son la moneda de pago de cuanto Lannyster, o Andelsons, en este caso actual-medieval-marginal,  se encuentran tratando de negociar, en cuanta agencia de parley avistan en su comarca. Son los “papas de los helados” en cuanto a transferencia en efectivo o bancaria se refiere. Eso de “un Andelson siempre paga lo que ‘ta debiendo, señora”, los tiene bien rayados, por mediocres y mala pagas, tanto en todo el reino de Suramérica, así como en Amazon y en Mercado Libre.  A falta de una caballota, una fémina catira (o que tira) de un metro ochenta, más sanguinaria y adultera e incestuosa que el demonio, a.k.a Cersei, observamos a Serxy, la perrita del barrio, peliteñida desde los trece años. “Princesita de Diox”, en Facebook, según su cuenta personal, capaz de llevar sol por 6 horas en una cola esperando autobús, para llegarse hasta Choroní, en busca de lo que aprendió a buscar desde los trece años. 
[1] Término acuñado a mi buen amigo, Wilver González.(2015)

Los Dothraki, o los de traki, son una banda de tukkis (en su mayoría, algo bastante anormal, -puras féminas-) que se lanzan a cuanta oferta de 7 x 1 encuentran en algún puesto, tarantín, local, transnacional, PDVal, ¡Lo que salga!, donde haya que tirar coñazos, por una oferta cuantiosa. Coñaza, patá’ y “cunfú” son su estandarte. De “mardito becerro” pa arriba, su lexicología tiene una poder de mil caballos de fuerza, con una aceleración mental de 0 a 0.7 segundos, para decirte lo que piensan, sin que “les quede nada por dentro”. Son ellas, perro. Comandadas por una tal Khaleesi, una tal Yeissi, una tal Deisy, no sé quién coño es, pero le ronca al mambo. Tres rottweiler que le regalaron de carajita (a falta de ponys o dragones, como en la serie original), los cuales, a punta de arroz Primor y papas fritas de Mc Donald, desmiembran cuanto becerro quede pagando “la panza” en su camino. Ya llevan como trece becerritos, porque también están escaseando (desde hace tiempo…) en este reino.

 Desde el sur hasta el norte, vociferando su socialismo de mierda, llega unos bastardos, casi las ¾ parte de los que llegan, mandados por su reino tirano (sin meter a Tyrion Lannister en este peo), llega los grandísimos hijo de la gran PU…PUNIENTE Isla de Yerro, donde la mano dura de sus monarcas, han tenido  en vilo a sus habitantes, lanzándose a las frías aguas del océano, que no recuerdo cual (o cuales son…), para llegar a Miami  en busca de un mejor reino, donde NO los manden de vuelta. No a esa isla de Yerro. No otra vez.

 Bajando por la Autopista Regional del Centro, en sus motos Bera, más de 4020 motorizados, haciendo caballitos, con sus banners y estandartes de Motor Xtreme, ¡De bolas que hacen que más de uno se cague!, cuando se paran en La Encrucijada, sin saber pa’ donde coño seguir. “Hijos de la luz” según una vieja pelirroja, que toma puro sangría desde que se levanta hasta que  monta su chinchorro, al prepararse para ir a  dormir. Se comen cuanto semáforo vean en rojo, quizás por eso de “comerse la luz”, de sentirse todos “protegidos” ante cualquier embate de los caminos del reino (llámense huecos, “güecos”, guayas de alambre anti-motorizados imperialistas, fiscales de tránsito, etc.)

Que si “Valar Morghulis y Valar Dohaeris” desaparecen de la ficción más real, para aparecer en nuestro Juego de choros, cada vez que escasea el jabón (bien sea en polvo o de pasta), para decir, en cada valle, cada pueblo, cada norte y cada sur de nuestro reino: “lava lo tuyo” y “lava to’ eso”. Un peo que no se puede explicar…con una sola moneda.

De parte de los Stal, tenemos a una niña medio machorra, bien bonita ella, Daria Paz (o Aria Stark, no recuerdo bien, a esta hora…) que sufrió de tiroteos en el barrio La Candelaria, donde perdió a todos sus hermanos, abatidos en enfrentamientos con la guardia imperial, por estar ganándose la vida como pica-patines y pica-triciclos. De madre venezolana y padre colombiano, sabe mucho de cómo preparar comida sabrosa, así como de pre-venta y distribución de cocaína, para ser revendida en restaurantes a precios solidarios.  También revende la comida sabrosa a sus restaurantes de confianza.

El reino se mueve entre fuerzas de delincuentes, mediocres, huérfanos, familias despedazadas, por habitantes que viven afuera pero que están pendientes, más que un cuervo con un mensaje amarrado a una pata, de lo que sucede aquí.

Órdenes desde las cárceles en el norte del país. Así como  en el sur del país. En todo este reino, sin poder hacer un coño. Los herederos de toda Venezuelalia ya no saben que hacer. Solo queda esperar que algún reino se monte en el trono del cerro, para seguir viviendo los embates de un resentimiento social, que puede que sepa lo que quiere, pero con mojones bípedos  que no los hacen ver lo correcto. Tututututu

                                                     ¡Juego de choros! ¡El invielno se acelca, menol!

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