Una cosa es que seas grabado en una cámara de seguridad de un parque, de un
local comercial o una institución financiera, pero otra muy distinta es cuando
alguien, se acerca a ti con un dispositivo móvil (sea teléfono celular o una
cámara digital) y te grabe de forma intencionada justo cuando estás a punto de
caerte, ¡y te caigas!
A su vez, la gran mayoría de las personas tiene presente que los objetos
inanimados no hablan ni se comunican, pero cabe dejar esta salvedad por acá (o
salvajada, como usted quiera) , si a usted le gusta hablar con las cosas que lo
rodean. Existen personas que hablan con animales, y estos sí se comunican. ¡No
hablan, pero se comunican! ¡Y no estoy hablando de los animales!
Pero no hay que negar, que existen individuos en la faz de la tierra, que
le hablan a las cosas que los rodean, por ejemplo, a los carros cuando uno se
monta en los vehículos. Otras personas, les hablan a las plantas vegetales (de
esas verdes, la mayor parte del tiempo) a pesar de que no contesten de vuelta.
Peor aún, hay personas que le hablan a plantas artificiales, esas de plástico. Ya
eso es caer en la desgracia de perder la cordura. Perder el juicio. Perder la
cabeza. Perder la razón. En fin, perder.
Estamos conscientes que, en la actualidad, precisamente la cordura, el
juicio, la cabeza y la razón, son las cosas más preciadas que no debemos
perder. Debemos mantenerlas protegidas, a salvo, guardadas y hasta
salvaguardadas, de aquellos escenarios, personas o situaciones que puedan hacer
que las perdamos.
Un hombre que pierda una billetera o una mujer que pierda su cartera, pasa
por un escenario tan trágico como que una mujer pierda su billetera o que un
hombre pierda su cartera. ¡Y no estoy hablando del género! Sé que genero confusión
con esto que estoy escribiendo, pero es que quizás estoy un poco perdido en el
norte de lo que quiero plasmar. Con esto de la inteligencia artificial, estoy
seguro que muy pronto podremos ver a objetos inanimados con la capacidad de
decirnos:
“-No me dejeeeeeeeeeeeees. No me abandoneeeeeeeeeeeees. No seas como tu papáááááááááááá.¨”
Lo primero que debemos hacer, si se nos llega a perder algo, es mantener la
calma. Intentar retroceder hasta el punto donde recordamos haber perdido lo que
teníamos, e iniciar nuestra propia investigación. Debemos analizar con sapiencia,
precisión y sabiduría: ¿Cuál fue la maldita mano que me jaló en la moto? ¿Cuál fue
la maldita moto que hizo que casi nos cayéramos? ¿Cuál fue la maldita empresa
que hizo que el casco fuese tan pequeño y me arruinase el peinado? ¿Cuál fue el
maldito francotirador que me hizo lanzarle un beso desde lejos y ahora tengo
este peo armado en la casa? (¡Y no estoy hablando del país!) En fin, ¿Cuál fue la
maldita persona que se coronó mi cartera azul?
Puedes perder hasta la esperanza, pero no pierdas la cordura, el juicio, la
cabeza ni la razón. Dios te guarde, te salve y te salvaguarde. ¡Y piérdete,
antes que te dé un billetazo! (y no estoy hablando de un billete grande).