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La Frase de mí Tío

"La precisión...no es casualidad"
Enríque García

lunes, 4 de julio de 2016

Contrabanjando

                  
         Desde los principios de los inicios del comienzo, cuando se había dado la apertura del cierre, o sea, el inicio del fin (fin de semestre), yo me dije: -¿ajá y ahora qué haré...?- Después  de mucho pensar -en realidad fue un ratico, pero el que escribe soy yo- decidí meterme a contrabandista. ¡Sí! ¡A contrabandista!   

Como todo buen comienzo del inicio, me costó. Solo, sin dinero, sin apoyo, sin pollo, sin un carrizo, sin bandera, sin un carrizo otra vez, sin un carrizo en la cartera, sin un carrizo en la nevera…en serio fue muy difícil. Este comienzo del inicio fue peor que la memoria de Dory buscando algo. Lo único que tenía eran cenizas de esa llama de la esperanza, que alguna vez estuvo prendida al inicio del comienzo. Llegué, agarré dos piedras, cual hombre cavernícola de la prehistoria histórica revolucionaria y comencé a frotarlas, tratando de sacar chispas. Cuando, re depente, se prendió el gran foco del contraband… ¡Digo! ¡Las ideas! ¡El gran foco de las ideas! ¡Comenzaré a traficar mangos!

-¡Con trabajo y contrabando se llega lejos!- me aconsejó un día un contrabandista de caramelitos de jengibre.

            En la medida que enseñamos, vamos aprendiendo. Es por eso que, el que enseña, aprende dos veces. No recuerdo donde leí eso, pero sí sé que es una verdad incuestionable. ¿Cómo se contrabandea? ¿Cómo se contrabanda? ¿Cómo se escribe esto? Ven.  Preguntas estúpidamente filosóficas.

Como el semestre no arrancó en mi universidad, tomé la firme decisión de ponerme a contrabandear mango.

Todo es un proceso. Buscar los árboles. Lanzarles piedras. Lanzarles piedras a los árboles de mango. Pegarle con las piedras a los mangos. Pegarle con las piedras a los mangos y que se caigan. Que se caigan y no me los roben los lambucios que están pendientes de robar mangos. Activar el plan POLAR (Proceso de Odio a Loros Arriba de Ramas). Esta activación es muy delicada, ya que implica el agotamiento del brazo con el que estuviste lanzando piedras. Luego, usar fuerza (de donde ya no tienes) para subir al árbol. Esquivar tanto a loros como las piedras que te lanzan los lambucios desde abajo. Rezar mentalmente, para que los loros no comiencen a picotearte o a los mangos, en señal de protesta anti-pacífica. Desactivar el plan POLAR. Luego, seleccionar cuáles mangos te servirán para hacer jalea, cuáles te servirán para regalar y cuáles para contrabandear.

El contrabando es algo delicado. Demás está decir que hay mucha gente contrabandeando cosas allá afuera. Cosas con las que yo, este humilde iniciador en este principio del comienzo, no puede competir.

Después de esta caída en cuenta, desperté. Vi las cenizas al frente de mí y no vi dos rocas, con las que pretendía –como todo hombre cavernícola de la prehistoria histórica revolucionaria- encender la llama de la esperanza. Lo que tenía en mis manos no eran dos rocas, sino dos pepas de mango. Ni modo. Contrabandear no es lo mío. Mejor me dejo de inventar guarapita de mango y tomármela mientras la estoy haciendo, y dejo de soñar pendejadas.  Me pondré a tomar…pero consejos.  
 ¡Con trabajo y pasaporte…se llega lejos!