(adsbygoogle = window.adsbygoogle || []).push({});

Translate

La Frase de mí Tío

"La precisión...no es casualidad"
Enríque García

lunes, 12 de diciembre de 2016

El país de los diositos

A lo largo de la historia del ser humano, cuando no se puede explicar un fenómeno o una idea o una situación o un asunto o una circunstancia o una huesonah, el hombre se remite a esa fuerza suprema última, magnánima, a la que algunos llaman Dios, para poder entender dicho fenómeno, idea, situación, circunstancia, asunto o huesonah.  


“-Si Dios está conmigo ¿Quién contra mí?-” o “¡-’Saparézcanse problemas, que Dios viene conmigo!-” y frases por el estilo, comenzaron a escucharse en el día a día, desde hace tiempo. De acuerdo a esto, sentirse “Dios” debe ser una cosa muy genial. Para muchas religiones alrededor del mundo, existe solo un dios y punto. En cambio, existen otras  religiones donde tienen más de un dios e incluso, hay religiones que ni dios tienen.

Ahora bien, con tantas oscuranas y problemas que se nos presentan como venezolanos, pues es muy fácil sentirse un dios. Yo considero que vivimos en el “país de los diositos”. ¡Ya va! ¿Qué? Si Dios es único y perfecto (según otros mortales como yo) ¿Por qué afirmo esto? ¿Qué es un diosito? Pues sigue leyendo.

Cuando nos remontamos al Génesis en la Biblia, al principio del comienzo, al inicio del arranque, al avance del progreso, pues nos damos cuenta que, aparentemente, Dios creó muchas cosas (de hecho, todas las cosas, a según) sin ayuda de nadie. Yo me cuestiono ¿No habían ángeles? ¿Agua bendita? ¿Dólares? ¿Bolsas CLAP? ¿Adamantium? ¿Nada de eso? ¿Ni un pasante? ¿Para no decir que Dios lo hizo todo solo? No lo sé…

En este diciembre del 2016, cuando le pides a un venezolano que haga muchas cosas, EN VENEZUELA, sin ningún tipo de ayudas, ni pasantes, ni dólares, ni bolívares, ni ángeles, ni agua bendita, ni agua de Jamaica, ni adamantium, ni “material” para los carnets, ni harina de maíz precocida para las hallacas navideñas, ni pintura amarilla para los lápices Mongol,  seguro comenta: “-¡Chamo, nah guará,loco!”

Debido a esto, asumo que somos un país full de dioses por todos lados. Un Dios que está haciendo algo genial, por allá. Un Dios que está haciendo algo extraordinario, por aquí. Un Dios que está preparando un desayuno, en aquella esquina. Un Dios que está impartiendo clases en una escuela inexistente. En fin, todos creando y creando, desde la nada.

Por supuesto, es muy atrevido de mi parte, argumentar que somos semejantes a dicha figura “única y perfecta”. Así que, en su defecto, pues le coloco el sufijo diminutivo “-ito” a la palabra dios… ¡Y listo! ¡Somos diositos! ¿Ven? Somos un poquito más inferiores que Dios, pero seguimos siendo igual de arre…cifes. 

Por su parte, cuentan las leyendas, que dicho ser supremo se le aparece a los hombres y mujeres de forma misteriosa. Nosotros, como diositos, nos aparecemos (gracias a la magia divina tecnolo-ligiosa) en pantallas de teléfonos celulares y notas de voz de WhatsApp, a las mujeres y hombres que hoy no están en mi país. ¡No sé ustedes, pero para mí, eso es una forma de “aparición”!

Es por eso que hoy, con miras a terminar el año 2016, invito a todas esas personas alrededor del mundo, que quieran acercarse a Dios, que se vengan a Venezuela. ¡Vénganse! No verán diositos partiendo el mar en dos mitades, pero sí partiendo el sueldo en pedacitos, para rendirlo hasta fin de semana (no del mundo…ni del mes… ¡Ojo!!!)

Aquí no se resucita, ya que para eso, se necesita estar muerto. Lamentablemente, en mi país hay muchos vivos. No les prometo cuarenta días de ayuno, pero no les prometo menos de eso. Y es que en esta parte del globo terráqueo, no se hacen actos de magia…¡Sino milagros! Pregúntenle a cualquier madre venezolana. Sea o no, que esté adentro de una iglesia o una cocina.  Aquí hay un agua que es más sagrada que la bendita…y esa es la potable. Beberla…ya es una bendición. Este país es un Jardín del Edén, de veritas, de veritas (como diría Shrek). Lástima que no nos están botando de aquí, sino que nos estamos yendo, sin siquiera arrancar alguna fruta prohibida (que no hay ninguna, por cierto…ups…)
¡Qué Dios y los diositos nos bendigan, hermanos míos!

¡’Saparézcanse demonios! ¡Sale, sale !

¡Agua potable pa’ ustedes!





viernes, 2 de diciembre de 2016

-¡Posgrado a la vista, capitán!-


      
Luego de seis años universitarios en mi Alma Máter (que vienen a ser como dieciocho semestres en años caninos), he podido llegar a la consecución de una meta. Un objetivo fue logrado. Después de muchos “-Profe, no entendí” y “¿Y se puede hacer en parejas de dos?”, hoy un ciclo se ha cerrado.    
Indiscutiblemente, luego de muchas clases, luchas, paros, rutas, paro, la ruta, paro, paro, paro, paro, ¿pero por qué dic…? , paro, paro, paro, pero, paro, paro, paro…-Sí, ajá, pero-, -Ya va, ‘pérate- paro, paro, paro ¡Por fin, hemos llegado al final de la carrera universitaria!
Una vez Albert Einstein dijo (porque el sujeto decía muchas cosas) “-Lo que sabemos es una gota de agua, lo que ignoramos es el océano.” Ahora bien, en este campo de batalla oceánica de la Educación, más de un pirata está navegando. El problema no es navegar en estas aguas. El problema no es montarse en un Titanic. El problema, chico, no es ni siquiera, tener un traje de baño roto (cosa bien bizarra, por cierto. Andar medio desnudo por la playa, y que el único pedacito de tela que te coloques, esté roto. No me godas. O no te godas, en este caso. Traje de baño bien pirata).
El problema es que no todos respetan la grandeza de los mares. Siendo lugar de vida del Kracken, Poseidón, Calamardo  y Aquaman (que ya le van a sacar su película, también), existen marineros que salen sin brújulas, mapas, cartas de navegación, municiones, “certificados de natación” (me imagino que debe existir un equivalente a los certificados de salud), salvavidas, botes salvavidas, potes salvavidas, Salvajitos y hasta sin un capitán. ¿Cómo va a aventurarse un barco sin un capitán? Eso es como una escuela sin director, una hamburguesa sin papas o un país sin presidente. ¡Tienen que estar presentes, vale! ¡Pónganle papitas, cónfiro! ¡Cáspita!
Cuando una tripulación sabe que su capitán está ahí, todo marcha. No significa que algo marche “viento en popa”, pero marcha. Lo importante, como diría el profesor Ramón Querales, es “seguir adelante” (2016). Si ya tenemos las herramientas, los conocimientos de las rutas náuticas, los mapas para conseguir el tesoro de la calidad, un buen crew[1], y hasta dos brújulas (porque siempre es mejor tenerla y no necesitarla, que necesitarlas y no tenerlas. Y más, en medio del océano), invito entonces, camaradas marineros, a que nos lancemos al agua – ¡Ojo! no estoy pidiendo matrimonio- de la enseñanza. ¿Y si hay algún descuido y nos convertimos en piratas? Pues, yo no lo creo. Y si llegamos a serlo, seamos como Jack Sparrow. No lo digo por la pinta, ni por su ropa, ni por su acento, ni por su estilo para caminar o correr. Me refiero a ponerse la mano en el corazón, para hacer las cosas. ¿Quieres ser pirata? ¿Para quitarle a los demás y blablablah? Ese es tu rollo. ¡Que Poseidón te sentencie al fondo “debajo del mar” con Bob Esponja. No yo!

[1] Equipo de personas, que trabaja contigo. Sin titubeo. 

Que si muchos compatriotas dejaron de navegar estas aguas y surcaron otros siete mares, ha sido dolorosamente válido. Ya no comentan sobre Moby Dick, sino “me-moví-de-ahí” en cada puerto del mundo, adonde hacen escala. Ah ¿pero quieres ser un pirata de mar?  Sé un pirata distinto, sin parche ni loro en el hombro. Conocedor de tus aguas y tus creencias. Celebra, cuando encuentres un botín. Ayuda, cuando un gato se esté ahogando…miaugo, miaugo [chiste malo del día, lo sé]. Socorre, cuando alguien no sepa nadar y se esté ahogando. Pesca peces muertos, o sea, pescados, y véndelos a precios accesibles para nutrir a la gente en la costa. Busca una isla, como todo buen marinero o pirata, y desembarca lleno de esperanza. Descubre, no conquistes. Que al descubrir, ya estarás conquistando. Sea en las aguas del conocimiento o del amor. Celebra, con una botella de ron, cuando tengas ron pa’ celebrar. Consigue una sirena y quiérela, para que te acompañe al fin de los mares. Consigue un buen crew, que te apoye hasta el final y no los interrumpa cuando estén habland…

-¡Disculpe, mi capitán!
-¿Qué pasa, vale? ¿No ves que estoy hablando?
-¡Posgrado de Lingüística a la vista!
- ¡Cáspita! ¡Alcen las velas! ¡Todo a estribor! ¡Aumenten a velocidad crucero! ¡Esto se va a descontrolar!