(adsbygoogle = window.adsbygoogle || []).push({});

Translate

La Frase de mí Tío

"La precisión...no es casualidad"
Enríque García

domingo, 20 de diciembre de 2020

¡El último porcentaje de salsa!

Eres simplemente el lado bello de mi vida, eres la esperanza que le queda a mi esperanza.”(Wilfran Castillo, 2002). Hace unos días me preguntaron si me inspiraba en la tristeza o la felicidad al momento de escribir. Yo respondí que eso es relativo, ya que la palabra relatividad es muy bonita. Y es que es difícil responder a preguntas con respuestas cerradas, en plenas planicies abiertas. ¿Qué?

¿Acaso existe alguien que pase los trescientos sesenta y cinco días del año llenos de felicidad? ¿Acaso existe alguien que pase los trescientos sesenta y seis días del año lleno de felicidad…por ser bisiesto? ¿Acaso esa persona no se entristece cuando el año vuelve a tener solo trescientos sesenta y cinco días? ¡En fin, la hipocresía!

 Como buen colombo-venezolano que paga impuestos, impulsa la economía del país y juega Baloto, Parleys y cuanta apuesta deportiva se encuentre por el camino (que no gane es otra cosa), mantengo un porcentaje de esperanza en mi bolsillo.

En algún punto de nuestras vidas queremos comernos el mundo. Queremos ser millonarios. Queremos viajar a los junairestei golfa Merica. No queremos trabajar en un call center. Queremos ver el vaso medio lleno… pero lleno de hielo con ciertos elixires, agradables al paladar de un borracho. El anhelo de todo ser humano es comerse el mundo (o al menos, el de los dictadores). Para los que han ganado dos kilos por la pandemia, quizás no. Para los que han ganado cuatro kilos debido a la pandemia, quizás tampoco. Para los que hemos ganado once kilos ante la pandemia, quizás un poquito de mundo no nos caería tan mal.

Existen tantas canciones, gustos, sabores, hielos, pedazos de hielos y colores en este mundo, que es normal que no todos anhelemos lo mismo, más allá de lambucear al mundito. Es como querer preparar una salsa o aderezo. Buscas distintos ingredientes. Compras distintos ingredientes. Lavas distintos ingredientes y luego mezclas dichos ingredientes, para generar un toque especial que complementará ese bocado de comida que estás por degustar.

La esperanza del chef es que su comida sea exquisita. La esperanza del vendedor es vender todo y que le den propina. La esperanza del lambucio, ese que anhela comerse una empanada o hamburguesa, es que haya salsa o aderezo para degustar. Si no, no habrá mundo que le importe. Así inician los dictadores.

-          Pero, señor ¿No desea llevar la hamburguesa entonces?

-          ¿Tú eres loca, chica? ¿Cómo no vas a tener salsa aquí?

- ¡Es que es muy rica y se nos agota muy pronto!

-          Eso es lo que le da razón a mi existir, por eso es por lo que vengo a este lugar.

-          -Bueno, nos queda este pote con el último porcentaje de salsa.

-Dame siete hamburguesas, por favor.

 

Esos pequeños momentos de la vida, son los que algunos llaman felicidad. Claro, no todo es color de rosa en esta vida pandémica. Lo importante es intentar comernos al mundo, cada uno a su ritmo. Podemos tener momentos de tristeza u odio, claro está, pero no hay nada que una buena canción de salsa erótica o  vallenato no pueda resolver.

Es como que llegue una persona a tu mesa y se lleve consigo el pote de aderezo con el último porcentaje de salsa…

-          ¿Y esa cara llena de odio? ¿Qué pasó?

-          ¡Es que aquel engendro se llevó el pote con el último porcentaje de salsa!

-          Tranquilo. Por-cierto-traje salsa. Sigue comiendo. ¡No pierdas la esperanza!


*Imagen tomada de: https://time.com/5573720/hitler-world-influence/ 

 

jueves, 17 de diciembre de 2020

¡Tampoco también!

 

       Este año ha dejado huellas en todos y cada uno de nosotros, los seres humanos y animales, que conformamos el antifaz de la tierra. En lo particular, en algunos dejó marcas de odio. ¡Sí, odio!, cuando dejan el tapabocas al salir de la casa, de la bodega, del banco, de la iglesia, de la panadería, de la ley de L'Hôpital, de la licorería. ¡Bueno, tampoco así! ¡Bueno, también! ¿Por qué no?

Soy un ferviente defensor de las palabras que me dan fiebre. Bueno, nadie se debe enfermar por leer o escribir. ¡Tampoco así! ¡Bueno, también! ¿Por qué no? ¿Por qué no enfiebrarnos con algo que nos apasiona? ¿Por qué no enfermarnos cuando nos mandan a leer una novela de muchas páginas y pocas hojas? ¿Por qué no embriagarnos de poder… cuando mandamos a leer muchas hojas y pocas páginas?

A mucha gente le ha marcado el año de la pandemia. ¡Y no es para menos! Personas que vivían de sus sonrisas, cayeron en banca rota. Personos y persones (para no herir fervientes susceptibilidades) con avergonzantes bigotes, renacieron con el tapabocas como salvavidas en el mar de la vergüenza.

 ¡Bueno, tampoco así! ¡Bueno, también! ¿Por qué no? A los feos, nos dio algo de caché el vestir tapabocas. A los bonitos, depresión, porque de la mitad de la cara hacia abajo, cualquiera se parece a ellos. Tampoco también.

Este pan de mi alma se ha multiplicado más rápido que los panes que multiplicó Jesucristo para repartirlos entre su séquito. Se quitó el pan de la boca con tal de que todos comiesen. Yo no soy muy bíblico, pero publico palabras de vez en cuando. Bueno, posteo palabras de vez en cuando. Bueno, twitteo palabras de vez en cuando. ¿Por qué no?

¿Acaso este pan de mi alma no reencontró a Dios con el tapabocas? Porque muchos no se taparon la boca, sobre todo los bonitos, y hoy están sentados a la derecha del Dios Padre. ¡Tampoco así, Rey! Bueno, también. ¿Por qué no? Un tapabocas no es una biblia, pero tiene un poder bárbaro. Tampoco también.

Muchos animales han vuelto a reencontrarse con espacios que habían perdido por culpa del hombre. Y es que la gente bonit…¡Ya, pues! La gente bonita no tiene la culpa de todo.  ¡Tampoco así! ¡Bueno, también! ¿Por qué no? Pregúntenle a la Cenicienta, al Patito Feo, a Beatriz Pinzón Solano o a Efialtes en la película de los doscientos noventa y nueve, porque no invitaron al susodicho espartano.

¡Esa…es una marca difícil de borrar! Este año nos ha marcado a todos. Bueno, al menos el tapabocas me ha marcado un poco la mejilla con el cachete, pero tampoco para tanto. Aunque…bueno…también.

 ¿Por qué no? Adiós, bonita.