Desde los principios de los inicios del comienzo, cuando se había dado la apertura del cierre, o sea, el inicio del fin (fin de semestre), yo me dije: -¿ajá y ahora qué haré...?- Después de mucho pensar -en realidad fue un ratico, pero el que escribe soy yo- decidí meterme a contrabandista. ¡Sí! ¡A contrabandista!
Como todo buen comienzo del inicio, me costó. Solo, sin dinero,
sin apoyo, sin pollo, sin un carrizo, sin bandera, sin un carrizo otra vez, sin
un carrizo en la cartera, sin un carrizo en la nevera…en serio fue muy difícil.
Este comienzo del inicio fue peor que la memoria de Dory buscando algo. Lo único que tenía eran cenizas de esa llama de
la esperanza, que alguna vez estuvo prendida al inicio del comienzo. Llegué,
agarré dos piedras, cual hombre cavernícola de la prehistoria histórica revolucionaria
y comencé a frotarlas, tratando de sacar chispas. Cuando, re depente, se prendió el gran foco del contraband… ¡Digo! ¡Las
ideas! ¡El gran foco de las ideas! ¡Comenzaré a traficar mangos!
-¡Con trabajo y contrabando se llega lejos!-
me aconsejó un día un contrabandista de caramelitos de jengibre.
En la medida que enseñamos, vamos
aprendiendo. Es por eso que, el que enseña, aprende dos veces. No recuerdo
donde leí eso, pero sí sé que es una verdad incuestionable. ¿Cómo se
contrabandea? ¿Cómo se contrabanda? ¿Cómo se escribe esto? Ven. Preguntas estúpidamente
filosóficas.
Como el semestre no arrancó en mi universidad, tomé la firme decisión
de ponerme a contrabandear mango.
Todo es un proceso. Buscar los árboles. Lanzarles piedras. Lanzarles
piedras a los árboles de mango. Pegarle con las piedras a los mangos. Pegarle con
las piedras a los mangos y que se caigan. Que se caigan y no me los roben los
lambucios que están pendientes de robar mangos. Activar el plan POLAR (Proceso de
Odio a Loros Arriba de Ramas). Esta activación es muy delicada, ya que implica
el agotamiento del brazo con el que estuviste lanzando piedras. Luego, usar
fuerza (de donde ya no tienes) para subir al árbol. Esquivar tanto a loros como
las piedras que te lanzan los lambucios desde abajo. Rezar mentalmente, para
que los loros no comiencen a picotearte o a los mangos, en señal de protesta
anti-pacífica. Desactivar el plan POLAR. Luego, seleccionar cuáles mangos te
servirán para hacer jalea, cuáles te servirán para regalar y cuáles para
contrabandear.
El contrabando es algo delicado. Demás está decir que hay mucha
gente contrabandeando cosas allá afuera. Cosas con las que yo, este humilde
iniciador en este principio del comienzo, no puede competir.
Después de esta caída en cuenta, desperté. Vi las cenizas al
frente de mí y no vi dos rocas, con las que pretendía –como todo hombre cavernícola
de la prehistoria histórica revolucionaria-
encender la llama de la esperanza. Lo que tenía en mis manos no eran dos rocas,
sino dos pepas de mango. Ni modo. Contrabandear no es lo mío. Mejor me dejo de
inventar guarapita de mango y tomármela mientras la estoy haciendo, y dejo de
soñar pendejadas. Me pondré a tomar…pero
consejos.
¡Con trabajo y pasaporte…se
llega lejos!