En
esta oportunidad, escribo desde lejos. Desde una tierra antigua, arcaica, anticuada,
arquitectónica, aguacate, armónica, de antaño, gracias a la revolución. ¡Sí! Como
lo lees. Como se escucha. Como lo pronuncies, camarada. Me he reencontrado con mis raíces indígenas,
gracias a la revolución, camaradas. Ya va ¿Qué? Primero, lo primero.
¿Usted o ustedes (para tutearnos de forma
educada en este gorílogo) saben lo
que es una revolución? No esa peorra, en la que estás pensando y te estás
llenando de odio camarada, no, no, no. Una revolución es un cambio brusco y
violento, alcanzando un objetivo deseado. Nunca pensé en dejar mi tierra ni mi
aldea. Pero esa mal llamada revolución, que hace que nos llenemos de odio e
indignación, hoy me ha hecho plasmar estas ideas en el teclado, como un
aguacate estrellado en la pared.
¿Ustedes
se imaginan a Cristóbal Colón desembarcando, con sus tres carabelas, durante 18
años continuos…sin desembarcar? ¿Se
imaginan a Harry Potter buscando
alcanzar la snitch dorada, viéndola cerca,
cerquita, persiguiéndola por 18 años…sin alcanzarla? ¿Te imaginas al Coyote… alcanzando al Correcaminos? (Creo que tiene más de 18
años persiguiéndolo…y contando)
Obvio,
Cristóbal Colón sí desembarcó. Obvio, Harry Potter alcanza a la snitch dorada en sus partidos de Quidditch. Lo que no es obvio es ver al Coyote alcanzando al Correcaminos. ¡Eso no tiene sentido! ¡Exacto!
Al igual que la pseudo revolución en Venezuela.
Cuando se sale del país, uno entra como en un
juego de Quidditch. Claro, uno no busca
“Snitch doradas”. Lo que uno busca es
un budare. Ese objeto legendario, único,
indestructible, magnánimo, apoteósico, sublime (“-Brutal, brutal, tú me pareces
genial”- como dirían Chino y Nacho, en su famosa canción “Me voy enamorando”https://www.youtube.com/watch?v=0yr75-gxVtM), magistral. Un objeto
que nadie conoce, nadie ve, nadie siente ni padece, solo los venezolanos y
colombianos. En el oriente venezolano, a los budares también los llaman “aripos”
e incluso, se puede presumir de la procedencia del nombre de la “arepa”, ese plato
culinario venezolano por excelencia, a partir de ese objeto.
-¡No, camarada, no! Estoy cansado de
explicarle, que una tortilla no es una arepa. Una arepa es una arepa. Una tortilla
es una tortilla. Un budare es un budare. Buda…es
Buda. No vale, no. ¡Buda no tiene que ver con budare!
En
México, a los budares los llaman “comal”. Con eso, ellos hacen sus tortillas. Cuando
un venezolano se da cuenta, que no hay budares en la zona donde vive, afuera
del país, entra como en un “desespero metálico”. Nos convertimos en Harry Potter, pero sin cicatriz en la
frente. Buscas a los lados, arriba, abajo, a la derecha, a la izquierda, al
frente. En mercados populares. En las plazas. En las pailas. En las Paulas. En las
ferreterías. Incluso, en cualquier lugar
donde veas a una persona de nacionalidad árabe…
-Epa
‘mano ¿tienes budare?
-¿Qué
es eso?
-Es
como un objeto circular, hecho de acero o metal, que sirve para asar, no hacer, asar…las
arepas.
-
¿Eso son como las tortillas?
-¡Coño,
noooo! ¡Tortillas, son otras cosas,vale!
Con
la tortilla, los mexicanos hacen tamales, en sus comales. Los venezolanos, con
su arepa, en su budare…son felices. Nosotros no buscamos ollas planas. No buscamos
comales. No buscamos planchas de metal. No buscamos pailas de acero. Nosotros lo
que buscamos, no es la snitch dorada,
camarada. Lo que buscamos con una cicatriz, no en la frente sino en el corazón,
es la snitch budare…dorada.
P.S:
gracias a la globalización, sé que las palabras camarada, compatriota,
revolucionario u patria, significan otras cosas y no la tortilla que han
cocinado por los últimos 19 años en Venezuela. Podrás ser compatriota mío, pero
no un patriota como yo. Eso…no es una arepa, camarada.