(adsbygoogle = window.adsbygoogle || []).push({});

Translate

La Frase de mí Tío

"La precisión...no es casualidad"
Enríque García

viernes, 17 de junio de 2022

¡Hasta aquí llego yo!

Existen unos momentos mágicos que todo ser de este planeta enfrenta, manquesea unas cien veces antes de fallecer. Fíjense que acabo de usar la palabra fallecer, antes que morir, porque me pareció más bonita, aun cuando el efecto nefasto final sea el mismo.

En cierta medida, estoy refiriéndome a saberse manejar sobre las turbulentas aguas de la paciencia. “-¡Prestá’ atención!” nos decía uno de nuestros profesores en el colegio. Supongo que lo sacábamos de quicio, de forma muy rápida y precisa.

         Ciertamente, es bastante difícil mantener la calma y la cordura, cuando factores externos (mi mamá) o internos (las vibraciones por los totazos o chicotes que me daba mi mamá) hacían que se desbalancease el pensamiento y uno decidiese devolver los totazos, chicotes y lepes, en el camino de la vida. Son momentos que deben confrontarse, para bien o para mal, cuando la encrucijada de las decisiones se nos presenta, de parte de Diosito, para revalidar si somos de sus mejores guerreros o no.

Pero… ¿Qué pasa cuando ya nos aguantamos más? ¿Qué sucede cuando estallamos y botamos nuestras palabras por la boca? ¿Cuándo votamos por candidatos presidenciales, aunque las opciones sean nefastas, finales, fatídicas, fallidas…fallecidas…?

Convertirse en la esperanza, cuando otros no la tienen, puedo suponer que supone una carga extrapesada sobre los hombros del más fuerte. Las injustas cachetadas que recibía Don Ramón por parte de Doña Florinda, siempre fueron una muestra de eso. Morfeo, al ilusionarse esperando encontrar al “elegido” dentro de Matrix, lanzando flechas por aquí y por allá, buscando acertar para poder irse a descansar. Incluso yo mismo de mí, cuando presenté mi prueba final de inglés, en el primer semestre universitario, luchando contra el verbo “rubí” (donde realmente es-to-be entre la espada y la pared), lleno de esperanza.

Aun así, lleno de optimismo, armado hasta los dientes de fe, se nos puede escapar la liebre como a todo buen cazador. La paciencia y la esperanza pueden estar bailando juntas, pero si el día de la fiesta, el disc jockey o pinchadiscos nos lanza, en plena rumba, un vallenato, corta venas, a capella, instrumental, cantado por el conejo malo, pero claro que por supuesto: hasta ese día llegará nuestra afortunada bendición.

Yo no soy de estar escribiendo sobre los temas que están en boga, ni andar de vago por Latinoamérica, porque aborrezco saturar mi alma y la de ustedes, con más abonos de lo mismo. Capaz me haya quedado sin paciencia o simplemente amo el vallenato hasta más no poder. Muy pronto son las elecciones presidenciales en Colombia y…

¡Me lleve el chanfle! ¡Hasta aquí llego yo!