Cuando son
exactamente las seis y nueve minutos de la mañana, disponiéndome a viajar a la población
de Maracay, por la autopista, me doy demasiado de cuenta de que tengo hambre. No
es algo que importe, ya que tengo como seis meses sin desayunar, ni almorzar ni
cenar. Supongo que realmente uno es estudiante universitario venezolano del
siglo equis equis palito.
Ahora bien,
luego de esta escritura de paja, reconozco que la palabra merengada suena casi
como la palabra mendigada. Toca preguntarse: ¿qué es un mendigo? ¿Qué es una
merengada? ¿Por qué me ven extraño las personas que van de a pie, en el autobús,
mientras escribo? ¿Tendré cara de mendigo? No sé, digo yo. No sé, mendigo yo.
Debido a que
estoy molesto con la descomposición socio- político –La Vinotinto- estructural
de mi país (quizás porque tengo tiempo sin tomarme una merengada), necesito
echarle la culpa a algo. Hoy le echo la culpa a la generación que se ve conmigo
en el espejo. ¡Sí! Mi generación de los años 90’. ¿Qué? ¿Qué por qué? -Elemental,
querido Watson-. Bueno, ante el descalabro social y el malandreo por doquier, quizás
deba escribir: -Elemental, querido Jackson-. Prosigo. Mendigo.
Me atrevo a
acusarnos de culpables, ya que, si durante la época del liceo no hubiésemos hecho
recolectas de dinero al momento de graduarnos, o los “¿No tienes cien bolo’ que
me regales?”[1],
probablemente no estuviésemos pagando los platos rotos, viviendo esta realidad "pediderística" en
autobuses, rutas, terminales, calles, autopistas y avenidas de Venezuela. Como esa generación se acostumbró a pedir
real, hoy vemos con naturalidad que pedir real es normal. ¡Ojo! Eso es mendigar, digo yo. Eso es mendigar, mendigo yo.
[1] Cuando aún usábamos moneditas de un valor medio módico.
Así como
yo, mucha gente odia esa actitud merenguer… ¡Digo! Merengad… ¡Digooo! ¡Mendiguera!
Gente físicamente apta, con un léxico decente, con rostros de esperanza,
pidiendo real. ¿No te digo yo? ¿No mendigo yo?
Como nosotros
somos los culpables (y no hay excusas) de que nuestra razón de pedir moneditas
en el liceo, defecó todo esto, me atrevo a ofrecer una solución. Ya que vivimos
en la tierra de lo inversamente proporcio-normal, a todos esos conocidos,
amigos, hermanos, compatriotas, pitiyanquis, camaradas, escuálidos, enchufados,
desenchufados, pranes, protones, fanáticos del salsa casino, fanáticos de la Vinotinto,
fanáticos del Yerbalife ¡en fin! a la gente que conozco y que hoy no está en
Venezuela… ¿Me pueden regalar un dólar? Uno solo ¿por fa’? Ya que, si por estar
pidiendo bolívares se defecó esta
tierra, me imagino que merengueand… [♫Marejada, marejada…fue tu amor sobre
mi almohada; marejada, marejada/ Noches de fantasííííía, las que vivííííí con
ella; en busca de una estrellaaaa…♪] ¡Digo! Mendigando internacionalmente, pueda pseudo invertir en un pasaje aéreo, o
en la reconstrucción de mi país, comprando diccionarios, tablets o video-beams.
Incluso medicamentos, para aquellos mendigos que otrora…no lo éramos.
P.S: a todos los que se ven en el espejo, de la generación de
los años 90’…espero estén bien.
¿Tienes un dólar que me regales?
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