Ciertas personas en años anteriores indicaron que el mundo se acabaría con la llegada del año 2000. ¡Pero
no! ¡No pasó! Otros sujetos indicaron que el fin del mundo iba a ser en el año
2012 pero… ¡Tampoco! Una señora medio simpática ella, que vivió alrededor de una
hora y cuarenta y siete minutos, o bueno, lo que duró la película del
Exterminador, llamada Sarah Connor llegó a decir que la humanidad sucumbiría
(palabra del día) ante la revolución de las máquinas.
Me pregunto: ¿Cómo una
máquina de café nos va a destruir? ¿Cómo una máquina de afeitar me va a
destruir? La única forma sería que la máquina de café no tenga café en la jarra
y, ante la rabia, me dirija molesto al baño para afeitarme la barba, y
accidentalmente me corte la yogurtlar con la hojilla de la máquina de afeitar.
¿Será esa la revolución de las máquinas de la que debo cuidarme? ¡Será!
Con la llegada del Covid-19, se puso a prueba el avance tecnológico de la humanidad, a
tal punto que, en tiempo Recordland, se desarrollaron “vacunas” para controlarn…
¡Digo! ¡Para salvarnos! ¡¡Sí! ¡Para salvarnos! Es aquí donde yo digo, está bien,
somos seres capaces e inteligentes. Lo que me preocupa es que ahora le damos la
bienvenida al CHATGPT, y a otros prototipos de chatbot de inteligencia
artificial como Youchat, ChatSonic o Google Bard (que no tiene nada que ver con
tragos ni bebidas). Ahora les podemos pedir que nos escriban, respondan,
corrijan e inventen cualquier texto o chiste malo, como si yo no pudiese
escribir mis propios chistes malos, ni corregir mis chistes de dudosa calidad o
inventar mis chistes malos. ¡Por favor!
¿Qué habrían dicho los dinosaurios, el Dodo o cualquier otro ser vivo que ya no existe si hubiesen
podido hablar antes de extinguirse...?
-¡Por fa’, no me mates! ¡Por fa’, no contamines el océano! ¡Por
fa’, come más aguacate antes de… ahg, me morí…!-
Algunas veces, de vez en cuando, una que otra vez, me preocupo por mi inteligencia. Si se me olvidan las
palabras, los nombres de las personas que alguna vez conocí, las claves de las
tarjetas del banco y hasta la clave de acceso a mi Facebook, ¿ahora me tengo que
preocupar de una inteligencia que no es mía? ¿Que no es real? Esa idea me parece
medio fecal. A ver, no entiendo los impuestos, no entiendo las espinillas, no
entiendo a la gente que no le gusta el vallenato, y ahora debo prestarle
atención a una inteligencia artificial que es más inteligente que yo (con una
diferencia algo bastante medio considerable).
Hace tiempo me compré una Alexa,(que no es que yo esté traficando personas, ni gatas, ni perras, ni zorras, no);
me refiero al parlante tecnológico, que se conecta a internet y puedes
preguntarle casi cualquier cosa o que reproduzca música vallenata, por ejemplo,
y así. Es una cosa de locos, intelectualmente interesante. No se queja de nada
ni la tengo que sacar a pasear.
Como raza en peligro de extinción, debemos
entender que existen ideas fecales, así como personas con ideas fecales, e
incluso personas fecales de mierd… ¡Ya va, Rey! ¡Ya! ¡Cálmate! Debes mejorar tu
inteligencia emocional, para que no te llenes de ira cuando recuerdes ciertos
presidentes fecales, cantantes fecales o géneros musicales fecales.
¿Le tengo fe a las máquinas? ¿A la inteligencia artificial? ¿A la salvación de la raza
humana? ¡Sí, le tengo fe a las máquinas! Las máquinas de coser que aun siguen
funcionando alrededor del mundo, usadas por manos humanas, como las de mi
comadre. Las máquinas de escribir, que aun se mantienen en uso, en algunas casas
del mundo que no es artificial.
Ahora que recuerdo, no he tomado café hoy. ¡Esa
máquina de mier… ¿Quién se tomó el café, vale???! ¡Cálmate Rey, no dejes que esa
máquina convierta tu día en un día tan fecal!