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La Frase de mí Tío

"La precisión...no es casualidad"
Enríque García

viernes, 14 de agosto de 2015

Un día de playa Venezolano




            Voy a comenzar con la Educación “por ‘delante”, ya que, al parecer, a muchos les resulta comenzar con ella: -¡Buenas Taldes! ¿Todo bien? Ok… Cada vez que te montas en un autobús (sea de ruta extra-urbana o no), observas a personas que buscan vender productos de manera informal. Son personas muy fastidiosas, pero como inician con su “la educación por ‘delante”, hay que devolverles el “saludo”. Esto de ser parte del mundo de la educación es tan…basto…que le permite a uno saber si hay palabras nuevas en nuestro léxico venezolano, o si por el contrario, se producen deformaciones fonéticas que aturden tus oídos de una forma muy bestial. Ya va... ¿Qué? ¿De qué rayos estoy escribiendo? Debería es irme para la playa y listo. Se acaba esta “filosofería” por la que nadie me está pagando.
Resulta y acontece que SÍ estoy en una playa. La cosa es explicarles en cual estoy yo. Cuando llegas a una playa, te encuentras con mucha gente y muchas sombrillas. Aquí, en donde me encuentro, veo a mucha gente, todos cargando sombrillas, tapándose del sol, como si estuviéramos en una playa. Cuando llegas a una playa, te toca llegar temprano, para elegir el mejor lugar, la mejor sombra, el mejor contacto. Aquí donde estoy, te toca calarte lo que hayas encontrado apenas llegas. Cuando llegas a una playa, lo primero que haces es quitarte los zapatos y caminar sobre la arena, relajado. Aquí donde me encuentro, apenas llegas ¡Te quitan…los zapatos! Cuando llegas a una playa, lo que acostumbras es comprar pescado frito y tostones. En esta playa, solo hay cafecito, helado chupi-chupi y vasos de “Nes-tí”.
Cuando llegas a una playa, te encuentras con cualquier individuo (mayormente  son boletas) vendiendo pelotas playeras, salva-vidas y todas esas pajas inflables. En esta playa, solo ves gente (en actitudes igual de sospechosas) que venden bolsas negras, para que puedas salvar tu vida, al momento de cargar alguna vaina. Cuando llegas a una playa, te sorprendes con la fuerza de las olas, al saber si el mar está “picado” o no. Aquí en esta playa, te sorprendes, pero de la fuerza, con que las personas te empujan y te dan tú redoblona (como una ola) si te atreves a nadar entre ellas. Cuando llegas a una playa, si tienes chance, alquilas sillas, toldos y hasta cavas, para ubicarte en el point. En esta playa, alquilas solo banquitos y apartas “puestos” imaginarios para cinco-siete personas, la mayoría, sin moral.  Cuando llegas a una playa, te informas con tu gente, acerca de la calidad de los cayos, cantidad de personas y precios para llegar a susodicho cayo. Aquí en esta “playa”, escuchas a las personas hablar de cayos. ¡Sí! ¡Cayos! Si alguien se cayó a golpes por aquí, si alguien se cayó a golpes por allá, por pañales, por qué sé yo. Cuando llegas a una playa, te vacilas a todas esas mamis con sus cuerpos de sirenas, en sus mejores bikinis. Aquí, en esta playa, no ves mamis, sino mamuts, con cuerpos, no de sirenas, sino de ballenas, con su mejor léxico para decirle a alguien que NO se les colee. Cuando llegas a una playa, te sorprendes y hasta asustas, si ves a los salvavidas o a la guardia costera, en algún operativo o rescatando a un ahogado (estamos claro que TODOS somos chismosos, cuando una vaina así ocurre). En esta playa, te sorprendes, pero si llega algún operativo policial/guardia nacional, para fungir de rompe-olas, ante la ola de gente nefasta que solo quiere el mejor puesto, el primero.

Cuando llegas a una playa, piensas: -¡Por fin! ¡Llegamos a la playa!; aquí donde me encuentro, llegas, pero a la PAYA. ¡Sí! ¡A la PAYA!
-¿Usted es el último, señor?
– ¡Noooooo papá! ¡Pa’ llaaaaaaaa’ atrás es que ‘ta la cola!   
-¿Pa’ ‘llááááá?
-¡Pa’ lláááááááááá!
Cuando llegas a una playa, toca hacer lo más molesto en algún punto del viaje, irse. Abandonando ese sabor tropical del Caribe, de un fin de semana, relajado. Aquí donde estoy, no llegas a la playa, sino a la LAYA…la LADILLA absoluta de perder horas de tu vida, esperando como un zombie, para comprar alguna cosa regulada. Y esta LAYA, LADILLA, se vive entre semana, ¡NO EL FIN! Entre olas de personas que se rigen por un número. Cuando llegas a una playa, botes y lanchas, son las que llaman tu atención, cual pelabolas envidioso de los afortunados. Aquí, en esta playa, motos y tukys pasan a toda velocidad, pendiente de en cual “cayo”, se está vendiendo algo.  
Esta, es la vacación  actual de un venezolano. El de a pie, el que camina, el que suda la gota gorda, aunque “su mamá no haya parido teja”, el que está metido en esta PAYA…en esta LAYA… ¡Bueno, tú entiendes! Esta es mi vacación, la que me toca vivir en este agosto del 2015. Mi playa, mi paya, mi laya… ¿Y tú? ¿Te fuiste para la playa…también?  
“Bueno mi gente, no tengo más nada que deciRles, sin antes dal-les la bendición. Que mi Dios los bendiga. ¿Cuántos dicen Amén? – ¡Amén! -Y saquen el dinero del bolsillo…también”

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