-Disculpe, ¿señor Reinaldo?
-¡A la gran puta[1]! ¡Un súper Saiyajin!
-Ehhh sí, que bueno haberlo
encontrado. No sentía su Ki. Mi nombre es Trunks. No sabía si ya se había ido.
-¿Del país? ¿O de este mundo?
Porque de este mundo no planeo irme aún.
-¿Y del país?
-Tampoco. Esos androides de merde no me dejan. Son muchas trabas. Uno
se desanima. Quizás por eso ya no se siente mi Ki.
-Entiendo, señor.
-Y no me digas “señor”. Apenas
estoy recién graduado como profesor.
-¡Sí señor!
-Bueh. Cuenta. ¿Qué haces
por aquí? ¿Llegaste del futuro?
-No, Reinaldo. Vengo de
Panamá. Vengo a prevenirlo del futuro.
-¿Y eso? ¿Qué pasó?
-Todos los panameños y
venezolanos de calidad y buena fe han sido secuestrados. Yo traté de luchar. De
encontrarlos. No tuve éxito. Nadie, de hecho.
-Pero ¿y mis primos? ¿Y mis
amigos? ¿Y Gohan? ¿Y Goku? ¿Y Mr. Satán?
-Todos desaparecieron,
señor. Lo que queda es oscuridad y gente muy mala. Obredecht por doquier. Los androides asesinaron al señor Goku, a
Gohan, a mi padre. ¡A todos!
-Tremendo beta, ‘mano. Pero…no
entiendo. ¿Có-cómo los encontraron?
-Al parecer, con el carnet
de la patria. Los engañaron a todos.
-¡Insectos!
-¡Sí! ¡Así decía mi padre
sobre ellos!
-Eeehhh no,Trunks. Me
refiero a todo este desastre de plagas que hay por aquí. No encuentro Baygon ni kerosene para aniquilarlas.
Pero sí. Tienes razón. Todos son unas sabandijas.
-¿Los insectos?
-No. Ahora sí me refería a
los androides rojos.
-Entiendo. Yo logré destruir
a cuatro, antes de huir. Pero, la mayoría son muy poderosos. Casi todos son
ministros.
-¡Granujas! Siempre supe que
se traían algo entre manos. Y entre sus cuentas de banco, también. Epa ¿Y tu
mamá? ¿Está viva?
-Sí, señor Reinaldo. Luego
de la muerte de mi padre, el papá de los helados, el gran príncipe Saiyajin, el Khaleesi de los súper
Saiyajin, el heredero de la silla de hierro en el Planeta Vegito, o sea,
Vegeta, pues ella cayó en depresión. Comenzó a vender tetas de azúcar y café y…pues
una cosa llevó a la otra y…se operó las tetas, disque para vender más.
-¡Qué insolente!
- ¡Que el sol me pega con
estos lentes!
-Ah ya, ya. Bueno, a lo que
vine. En el futuro, no existen las semillas del Ermitaño. Pero aquí le traje las
últimas tres semillas de esperanza. Mi mamá las creó a partir de un
estudio de Jacinto Convit y Diego Torres.
-Jaaaaaaaa wenooooooo. Y con
eso…¿Subirá mi Ki?
-No, señor. Vine a
revenderlas para medio rebuscarme, si logro regresar a Panamá.
-¡Rayos! Yo que pensaba que
eran para mí. Ni modo.
-¡Maldición! Mi madre estaba
en lo correcto. Simplemente lo puse a prueba. Usted y toda la generación de los
90’ son los indicados para sacar adelante a este país y destruir a los
androides, señor. Tenga.
-¿De verdad? Muchas gracias,
Trunks. ¿Y cómo las uso?
-Pues mi mamá planea hacer
un sancocho este domingo, quizás sea ahí.
-No lo sé, señor. Bueno, me
voy. Espero verle en el futuro, Reinaldo. Ah tome, se me olvidaba. Esta es una
lista de cosas, para que Venezuela mejore. Cuídese.
-Pero, pero… ¿Qué es esto? ¿Dolarizar
la moneda? ¿Venezuela no es real? ¿Simplemente entramos en la habitación del
tiempo? ¿Qué me lance a presidente en el 2030? Bueno, espero que lo de la habitación
del tiempo termine pronto. Prepárense insectos, sabandijas, granujas,
insolentes, maldichos, que vamos por usted…
-Disculpe, señor Reinaldo.
-¡Ah! ¡Pensé que ya te habías
ido!
-¡Sí! Pero volví un segundo.
No use ese vocabulario. Aún queda algo de esperanza en usted.
[1] Expresión que denota asombro, muy usual en los estados andinos de Venezuela.