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La Frase de mí Tío

"La precisión...no es casualidad"
Enríque García

domingo, 14 de mayo de 2017

Mi campo de concentración POLAR


       Entre tantos programas malos que se transmiten en televisión, un canal Htv lleno de puro reggaetón, una señal de cable que no tiene el canal CNN en español y la erradicación de la programación en inglés de muchos canales por suscripción, el nivel de tortura que he estado viviendo es insostenible en este último año venezolano.

Como toda persona que está, entre un día agotador y una mala programación de televisión por cable, me dije: - Reinaldo, ponte a ver algo que te anime, que te llene de esperanza, de optimismo, de júbilo, de amor, de alegría, de fe, de armonía, de empatía. ¡Sí! “Hágalo, señor Frodo, hágalo.”- cuando, de repente, observo un documental en el canal History Channel que decía: “La Segunda Guerra Mundial: los campos de concentración Nazi.” Al cabo de unas seis horas, cuando terminó el programa, quedé patidifuso. Ya va. ¿Qué carrizos es patidifuso? Prosigo.

Mientras filosofaba sobre qué iba a hacer con mi existencia, cambié de canal y, al colocar Htv, me encuentro  con que están pasando un video musical de uno de los artistas más serios, responsables, éticos, y comprometidos con la calidad, la grandeza y la educación en el mundo: Ozuna.  Enseguida me dio una arre…pera sin harina Pan bien grande. 

Como una especie de odio comenzó a invadirme. Mi nivel de pelea o Ki  Ki comenzó a incrementarse de manera incontrolable. Me dije: -Si tuviera el poder, construiría un campo de concentración en Venezuela.Lo llamaría “Polar”, por la polarización que hay en el mundo entre dos sistemas económicos de producción muy famosos. Para entrar, solo bastaría con responder estas tres míseras preguntas: ¿Usted ha sufrido de la polarización política en su país? ¿Usted sabe lo que es una malta? ¿Usted sabe el daño que le ha hecho el Reggaetón al mundo? “Pueden pasar con confianza”.

Metería de ipso-facto a todos los reggaetoneros que lleguen. No, espérense. Yo no soy así. Metería a los reggaetoneros y chavistas ahí. No, espérense. Yo no soy así.  Metería a todos los reggaetoneros, chavistas y opositores “que no sirven para un atajo”, ahí. ¡Ahora sí! “Pueden pasar con confianza”.

Me autodenominaría presidente del campo de concentración (para que la gente me llame: -Señor Presidente, legítimo y constitucional-). Convocaría una junta extraordinaria, para caerle a  palazos a los reggaetoneros, chavistas y opositores “que no sirven para un atajo”. No, espérense. Esa no era la palabra. ¡A balazos! No, espérense. Esa no era la palabra tampoco. ¡A correazos! No, espérense. Esa no era la palabra. ¡A latigazos! No, espérense. Esa no era la palabra tampoco. ¡A cognac-zos! No, espérense. No tendría dinero para la cantidad de botellas de cognac que tendría que servir en copas.  ¡Señora Lingüística, ayúdeme! ¡Abrazos! ¡Sí! ¡Es abrazos! Les caeríamos a abrazos. Esa…sería la palabra. Ya que, de seguro allá en los campos de concentración Nazi, ni un abrazo les dieron y, a veces, un abrazo es lo que necesitamos para tener un mejor día.  Lamentablemente, en 1944, los abrasaron. Prosigo.

Luego de esto, los sentaría en una mesa y les serviría una buena arepa frita con mantequilla Mavesa, mortadela Tapara y queso blanco rallado; con su respectiva malta Polar bien fría. Esto no es publicidad, ya que nadie me está pagando. Yo no escribo por dinero. Espero eso cambie pronto. Prosigo.

Después, les pondría un vasito de arroz con leche, como merienda.  Arroz Primor, por cierto. La leche en polvo, será la que encuentre bachaqueada, también. A su vez, les traería maestras de preescolar, para que les refuercen los números mientras que, como presidente legítimo y constitucional, yo les gritaría con un megáfono: -¡Concéntrense, concéntrense!-

Asimismo, les traería profesores de matemática, para que les enseñen, otra vez, la tabla de multiplicación (porque dudo mucho de la inteligencia de ciertos cantantes “musicales” y de ciertos ciudadanos que salen…obligados…a marchar en Venezuela). Por cierto, seguiría gritándoles: -¡Concéntrense, concéntrense!-

Además, como el deporte rey en Venezuela es el béisbol, los llevaría a un campo de béisbol (literalmente)  y les daría palos de escoba, mientras les lanzamos chapas de metal, para ponerlos a jugar chapita. Así, mejorarían su precisión, su agudeza y sus reflejos. Claro, les seguiría gritando con el megáfono, como buen presidente legítimo y constitucional: -¡Concéntrense, concéntrense!-. Al cabo de una media hora de entrega, esfuerzo, pasión y concentración, les ofrecería como parte del refrigerio para refrescarse: una malta Polar bien fría o una cerveza light /ice / o negrita. Con esto, ellos se relajarían y los encargados tendríamos más chapitas de metal para seguir lanzándoles en el campo. Prosigo.   

Luego de esto, les traería profesores de ciencias sociales, para que les recuerden de dónde venimos, para que podamos mejorar como ciudadanos y a ver hacia dónde podríamos ir...sin necesidad de pasaporte. Debido a que, como presidente legítimo y constitucional, ya estaría cansado de usar el megáfono, les colocaría la canción del lema de Empresas Polar que dice: ♫Sííííí see pueeeede…Sííííí see pueeeede♪   y que se repitiese miles de veces, mientras yo, como presidente legítimo y constitucional, estaría descansando. Yo-sí-puedo. https://www.youtube.com/watch?v=-i66XxKhGk0

También, traería profesores de educación física, para enseñarles a los internados en el campo de concentración Polar, a  estar en buena forma física, a valorar al cuerpo humano como templo del espíritu santo. En especial, a los venezolanos (indiferentemente de su ideología cervecística) que sufran de las famosas “lipas cerveceras”. Fiscales de tránsito, militares de alto rango y oficiales de policía, bienvenidos sean, también. Les seguiría reproduciendo la canción, ya que es muy bonita. Como para abrazar a Venezuela.

Por su parte, les traería maestros del idioma castellano e inglés, para que les enseñen a amar, tanto a las lenguas maternas como las foráneas. Maestros del idioma Wayuunaiki, incluso, para que nos puedan instruir a todos como ciudadanos de un mismo país. Si los reggaetoneros no llegasen a soportar  el buen hablar y el estudiar, tranquilos, que tendrían a la mano banquitos y sogas adaptables al cuello, esperando por ustedes para que dejen un mundo mejor. Chavistas y opositores, también podrán disfrutar de esa opción. Las palabras democracia y libre albedrío sí se podrán evidenciar en mi campo de concentración. Prosigo. 

Obviamente, les traería profesores de biología, para que les enseñen a valorar la vida, la naturaleza que rodea y hace vida en nuestro país. Rancho Grande y Angel Falls  pa’ to’ el mundo. Agarraría el megáfono y volvería “a la carga”...  
:-¡Concéntrense, 
concéntrense!- 

Por último, el destino final de todos esos ciudadanos, dentro de mi campo de concentración, sería el de viajar hacia alguna planta procesadora humilde, no sé, en Greenville (Texas, EEUU) y luego ir a Disneylandia. Claro, yo como presidente legítimo y constitucional, tendría que concertar citas y mesas de trabajo con el señor Lorenzo Mendoza, ya que él es el dueño de dicha instalación. Claro, pequeñas vicisitudes como esas, no serían difíciles de resolver para semejantes presidentes. Por supuesto, le diría, en medio de la conversa, aquí en mi campo:
 -Con su permiso, señor Mendoza…- agarraría mi megáfono y exclamaría…:  
 -¡Concéntrense, concéntrense! ¿Qué pasa, pues? ¿Por qué creen que esto es un campo de concentración?- y proseguiría mi  fructífera disertación con el señor Mendoza.

Una humilde propuesta de este profesor, que protesta de forma pacífica pero armada, sin lanzar piedras (porque no tengo fuerza), con un sacapuntas, un lápiz, dos hojas reciclables y el anhelo de un país sin licorerías, pero con campos de este estilo o  en su defecto, más escuelas. ¿Ah? ¿Qué? ¿Que qué? ¿Que de esto no van los campos de concentración que vi en la televisión? ¿Entonces? ¡Rayos! ¡Ni modo, a ver otra vez el documental!

“Pueden pasar con confianza” a mi campo de concentración Polar.

 ¿Sabes… lo que es una malta?   


        
   

   

viernes, 5 de mayo de 2017

El indio ataca a la tecnología


Luego de un gran tiempo sin escribir, en el que me tocó recordar “cómo era la jodía” (Cortez, 2016); echarle coco al coco no fue una cosa fácil.  Observar mi realidad tan oscura, tan desfallecida, tan zombie, tan Ozuna (Porquería, 2017) me hizo reflexionar, como si esto fuera mucho con demasiado, para mi efímero aliento esperanzador. Cuando agarré el lápiz, el pedazo de papel y vi que al resultado de dicha unión le faltaba como clase, como estilo, como un sacapuntas, me sentí como un indio.

Me molesté. Me arreché. Me sentí como un perdigón que no toca la piel de un estudiante. Como una bomba lacrimógena que es disparada y devuelta a su disparador. Me sentí como un río putrefacto llenándose de gente pura, limpia y pulcra. ¿Qué es esto? ¿Y esto con qué se come? ¡Con un demonios! Como un río caraqueño diciendo: -¡Que salga otro perdigón, otra bomba y estas personas de mi mierda!

Nuestra Venezuela vive momentos de lucha. Así como cuando Tarzán vio una escopeta por primera vez.  Como cuando un chavista ve un diccionario por primera vez. Como cuando un chavista abre un diccionario por primera vez. Tarzán, allá en la selva, ya había visto diccionarios. Simplemente es un momento desconcertante. Tranquilo amigo –compañero –camarada  -  compatriota – Ozuna- “rodilla-en-tierra”…el diccionario te explicará qué es desconcertante.

Todo aquello que sea innovador, complejo, avanzado, sin duda alguna puede causar duda, miedo y hasta odio, precisamente por una falta de capacidad para entenderla. Hoy, cuando  me presentaron a la señorita Instagram, la señorita Skype y a la señorita Hangouts,  me dije: -Estos betas me pertuLban. Hay pertuLbaciones en la fuerza. Hay un ser humano pulcro y limpio en El Guaire. Debo reconocer que me sentí extraño. Sentí cómo la tecnología me atacaba. Como una bomba atómica cayendo en una isla nipona. Como una excavadora internándose en el corazón vital del Amazonas. Como un violador autócrata violando la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Como Facebook preguntándome: - ¿Qué estás pensando?- como si yo pensase cosas. Hasta que reaccioné. Este tormento debe acabarse.

¡Yo sí tengo diccionarios en mi casa! Pregúntale a quien sepa y asesórate. Instrúyete. Ve en contra de ese sistema tecnológico que no entiendes. Busca televisoras internacionales si las televisoras nacionales quieren tenerte como un indio. Demuestra que eres del Caribe como todo indio del Caribe. Que Morfeo y Trinity le enseñaron a Neo a usar sus ojos o La Negra Matea a Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Ponte y Palacios Blanco a ser gente, entonces yo puedo ir en contra de este sistema. Que la pólvora y las balas me llevan una morena en avance, no por eso dejaré de tensar el arco y clavar cada flecha. Es la hora de atacar, diccionario. Es la hora.     
  

¿Dónde estará el sacapuntas?