El mundo del cortejo y el flirteo es un arte muy mundial. Desde invitar a cierta persona “ideal”
a salir, invitarla a salir en una cita, afeitarse, afeitarse ahí, bañarse,
chequear el capital económico, el lugar al cual llevar a esa persona, abrir la puerta del lugar, disfrutar
de su compañía, un detalle, un humilde obsequio, otro detalle. Sin duda alguna, toda la base de todo el cimiento de toda la
estructura de todo inicio de todo comienzo de todo principio pionero precursor,
subyace y yace, como ya se habrán dado cuenta, en la siempre efímera, vestida y
alborotada esperanza. Sea una esperanza muy grande o una esperancita, ella dictaminará
si te ves bien o no, para una cita.
-¿Dictamina-qué?
– Dictaminará. -¡Chanfle!
Cuando Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar
Palacios Ponte y Blanco, a.k.a “El
Libertador”, juró allá en el Monte
Sacro liberar a los patriotas y neogranadinos (a los de verdad verdaíta, no
a los lacayos, lambones, jalamecates,
zangaletones, chupamedias, vestidos de un color específico, apoyando una
ideología comunista específica) del jugo español, él tuvo una cita con ella. Cuando
Harry Potter tuvo su primera
conversación con una serpiente (sin haber practicado “Pársel/parcero” a través de Duolingo
ni estando agobiado con el anuncio del sueco que te afronta digitalmente: "-¡Espera!
¿Hablas inglés? Can you undertand what I am saying?..."),él tuvo una cita con
ella. Cuando Matilda comenzó a
ver cómo flotaban las cosas en su casa, sin haberse empinado o mandado algún psicotrópico,
psicoFrutiño o alcacaoide (¡Que nosotros sepamos!), ella tuvo una cita con ella. Cuando la señora Mireya se
basó en Betty Boop, personaje icónico
del caricaturista Max Fleisher (1930), para crear el comercial del limpiador de
pocetas MAS, que desmanchaba más,
desinfectaba más, limpiaba más y no manchaba en lo absoluto, ella tuvo su cita
con ella. Incluso, cuando el sempiterno enamorado profesor Jirafales se acercaba a Doña Florinda para decirle: “-Vine a traerle este humilde obsequio”,
y ella le respondía: “-¿Pero cómo se fue usted a molestar? ¿No gusta pasar a tomar
una tacita de café?”, a lo que él replicaba: “-¿No será mucha molestia?”; y
ella le aclaraba: “-¡Por supuesto que no! ¡Pase usted!”; con lo que el
distinguido, bendecido y afortunado pedagogo sentenciaba: “-¡Después de usted!”.
En esos momentos, ya ellos dos tenían una jovial cita con ella.
De igual forma, aquel cantante colombiano de las grandes galas, Galy
Galiano, citaba en su canción “La cita”… ♫”-Un
desconocido que te ha escrito un verso… y te dibu…jó la luna…en un trozo…de
papel. Un amante improvisado, misterioso, apasionado, que te dio una cita…en
este hotel.”♪ Porque una
cosa es pedirla y otra es darla. La cita. Por su parte, el citadino cantante
venezolano Jeremías, llega a citar en
su romántica canción “La cita”…
♪-Pronto tendrás que irte con aquel fulano y yo…con
botella en mano, no podré olvidar…la cita del azar.”♫ ¡Viste que no nos falta nada, Esperancita!
Ahora bien ¿Y si hacemos el oso, recitando a la banda azteca Panda? ♫“-Tenemos
una cita en el quirófano. Vendrá el doctor, me aplicará cirugía. Me sacará el
corazón. Trasplante de corazón. Ahí te va mi dolor.”♪ ¡Y ahí te va
mi vaso de agua, Esperancita!
¿Saben por qué? ¡Porque es bien difícil
que un doctor llegue, te aplique una cirugía, te saque el corazón, para que el
trasplante sea de riñón o de género! ¡’Ar favor, Panda!
¡’Ar favor!
-¡‘Ar favor tú, malcriado!
-¿Yo? ¿Yo, Esperancita? ¡Si tú eres la criada que ilusiona corazones, los
estropeas, te la tripeas, y luego trapeas el piso por doquier!
-¿Tú quieres saber por qué yo trapeo el
malcriado piso, Reinaldo?
-Estoy esperando saberlo, Esperancita.
-Porque desde que el malcriado cantante
Diego Torres mandó a toda Hispanoamérica a pintarse la cara, no hago sino secar
lágrimas, en todos los actos de graduación. ¡Pero no son lágrimas de felicidad,
nooooooo! ¡Son lágrimas de odio, ira y rabia! ¡Todo por esa malcriada canción!
-¡Lo sabía! ¡Yo siempre lo supe! Esa
canción sentenció el destino de todo un planeta, sus togas y sus birretes.
Nunca fue tu culpa. En fin ¿me aceptarías un tintico? ¿Una tacita de perico? ¿Una cita, Esperancita?
-¿En serio, Rey? ¿No será mucha molestia?
-¡Por supuesto que no! ♫“Estoy en el
mismo lugar. La misma calle. El mismo bar. El mismo que a ti te encantaba. ..”♪ Y hoy, me he
reencontrado contigo.
-¡Perfecto! Déjame secar esta mopa,
escurrir el coleto y nos vamos. Puedes recitarme una canción, mientras tanto.-
♫Y el plan del
destino empezó a marchar. ¡Qué manera de juntar, a este par de extraños! Que se
empiezan a extrañar…♪
(Jeremías,2003)