De acuerdo al Diccionario Escolar de la Lengua, aplaudir es “dar palmadas en señal de
aprobación o entusiasmo” (Espasa, 2009). La segunda acepción reflejada en
dicho diccionario nos indica “celebrar
con palabras u otras demostraciones a personas o cosas”. Ahora bien, si aún no
hay pista o alusión al poder, o a lo que eso pueda implicar, ¿Por qué escribo
EL PODER del Aplauso? Acaso ¿los seres humanos tenemos poderes? Hasta donde yo
tengo entendido…no.
Pero, si “el conocimiento es poder” (Bacon, 1600),
entonces ahí sí tenemos cierta relación con la palabra aplaudir. Por ejemplo, imagínese
una foca en los famosos “acuarios”. En las funciones, uno puede apreciar como
estos animales aplauden (después de haber sido entrenados, claro está) para
recibir pescados o simplemente para entretener al público. (Si nunca ha visto a
una foca, pues basta con observar una cadena presidencial en la que salga algún
ministro o alguna transmisión de la Asamblea Nacional y detalle a los diputados
cuando muevan las manos).
Las focas saben muy bien que si
logran aplaudir, tendrán alimento. Para eso los entrenaron. Por lo tanto,
aplaudir se convierte en una herramienta poderosa para conseguir algo ¿no?
Bueno, si aún no logra entender la imagen, no se preocupe. Ni aplauda tampoco,
por favor.
Viajar en autobús se convierte en una odisea extenuante para
aquellos que no tienen vehículo propio, sobre todo cuando toca viajar de a pie,
porque todos los asientos en la unidad ya han sido ocupados. Cuando el autobús
esté full de personas y usted no logre
ver al colector o al chofer para indicarles la parada, usted simplemente
aplauda bien fuerte (como si fuera algún jeque árabe rodeado de sirvientes) y
observará como de forma mágica el chofer se detendrá (o debería detenerse), al
menos que la música de la radio esté muy fuerte (quizás esté sonando Maelo Ruíz
para buena o mala suerte suya).
El poder del aplauso, haciéndose presente. Otro escenario digno de
esta analogía, se observa en las graduaciones. Al momento de recibir un título
académico, las personas presentes aplauden, en señal de alegría (como bien
refiere el término). Pero si una persona se ha graduado con máximos honores,
entiéndase Cum Laude o Summa Cum Laude, entonces se les reconoce dicho
esfuerzo aplaudiendo un periodo más largo de tiempo, e incluso toca levantarse,
si se está sentado en el evento. Cómo
será la calidad de los estudiantes de la UPEL-Maracay, que la última vez que
fuí a una graduación, estaba como invitado en la audiencia y… ¡Me gradué! ¡SÍ! Puesto que ante tanta aplaudidera por la
cantidad de bachilleres graduados con honores, me gradué de SUMMA CUM APLAUDE.
Quizás éste haya sido el chiste malo del día pero… El conocimiento es poder,
recuérdalo.
Por su parte, si un bebé está aprendiendo a pedir la bendición (en
nuestra sociedad venezolana), se acostumbra
que aplaudan, en señal de respeto, ante sus mayores. Aquí, de modo hasta
filosófico, se puede notar como el poder del aplauso sustituye a la palabra
¡Bárbaro!
En el caso de advertir a alguien o de asustarlo, aplaudes también.
Si quieres decir “mosca” o “ponte las pilas”, es probable que le sumes un
aplauso cual cajita feliz de Mc Donald
con regalo incluido. ¿Y qué hay del ámbito deportivo? Cuando se compite, en el
deporte los jugadores o el entrenador, hasta los fanáticos incluso, aplauden
para felicitar o para insultar la actuación de un equipo o la de un jugador en
específico. Por ejemplo, la designación de Luis Sojo como Manager de los
Gloriosos TIGRES DE ARAGUA, sin duda alguna que dará bastante para aplaudir en
la próxima temporada de beisbol en
Venezuela. No es que me caiga mal el sujeto pero… fue decisión tomada estilo
“Asamblea Nacional”, o sea, se hacen cosas, se acostumbra a aplaudir y no ha
pasado nada. Catástrofe total.
En otro orden de ideas (para olvidarme de quien es el nuevo manager
de los Tigres de Ar… ¡qué problema vale! ¡No puede ser!), al terminar una
actividad académica, como las exposiciones, se acostumbra aplaudir para dar por
concluida la actividad. Pero…como la mentalidad del ser humano tiende a ser
algo, recontracoñísima de la suya, existen algunas personas que aplauden aun
cuando no ha terminado la presentación. Esto lo hacen para terminar dicha
presentación ante la ladilla, porque no he querido usar otro adjetivo, de
escuchar a personas sin saber un tema y quererlo explicar, leyendo la
información y todo. ¡Aplauso pa’ esa gente chico!
Como he escrito anteriormente, en las cadenas presidenciales, sobre
todo las venezolanas, podemos observar como todo un país se une ante el poder
de los aplausos. Una pequeña mitad[1] de
la población, porque pareciese que no importara lo que se le diga (como en una
mala exposición), lo que importa es que lo diga quien yo apoye
políticamente. Mientras tanto, la mitad
grande de la población aplaude, pero porque terminó dicha cadena presidencial,
dándoles el chance de volver a ver el juego de béisbol en televisión, la novela del momento, o simplemente alguna
graduación o investidura presidencial en la que, como señal de costumbre, se debe aplaudir.
Como se ha podido observar,
aplaudir…tiene un poder impresionante, prepárese.
[1]Filósofos alrededor del mundo, de este
mundo, y de todos los otros mundos (sí es que existen) tanto los difuntos como
los vivos, y no precisamente los oportunistas, se han dado a la tarea de discutir,
pelear, luchar, argumentar, mandar a callar, gritar, chillar, llorar,
demostrar, debatir ,alegar, repetir, hasta aplaudir incluso, para esclarecer si una
mitad puede ser más grande que la otra mitad de ese “algo” o, si por el
contrario, ha ocurrido una gran incongruencia en el mundo, estilo: el planeta Tierra es cuadrado, algo
así.
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