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La Frase de mí Tío

"La precisión...no es casualidad"
Enríque García

miércoles, 12 de noviembre de 2014

SER sin Gunya





Una cosa es que apoyes al Magallanes o al Caracas, al Real Madrid o al Barcelona, al Gobierno o a una opción distinta (desde hace 15 años…),  al agua fría de nevera o el tomar a temperatura ambiente, en fin, una cosa es que realices algunas acciones, que apoyes a un sector de la sociedad, por sentir empatía o querer ser parte de un proyecto y otra, es que te obliguen a ser parte de un sector de la sociedad.

Desde que llego el Chikungunya a Venezuela, como venezolanos comenzamos a dividirnos. Están los que les han dado y los que no. Puede que consideres esto como una división muy superficial, pero no es tan sencillo esto. ¿Por qué? Fíjate. La enfermedad ha impactado de forma tal, que vemos ahora como niños de 2-3 años apenas aprendices en el arte del habla, tratando de decir mamá, papá, Chikungunya, etc. Ustedes me van a disculpar, pero si un niño YA puede decir semejante palabra (¡y bien!), hay que entregarle un postgrado en Lingüística o un Doctorado.     

Si quieres conseguir trabajo en el futuro, quizás no importe si tienes algún título universitario, si recibiste premios a la excelencia, si te graduaste summa cum laude, summa cum aplaude, ¡o lo que sea! La enfermedad ha encasillado a venezolanos de forma tan tonta y dolida, que las próximas entrevistas de trabajo llegaran al clímax de:

-Ajá, muy bien, hablas Inglés, 4 años de experiencia en empresas, curso de sistema operativo Ubuntu,bien, ehhhhh disculpa…¿te dio Chikungunya?
-No. Gracias a Dios.
-No le agradezcas mucho. Estaremos llamándote. Gracias por venir. ¡SIGUIEEEEENTE!

            Es obvio que en tu empresa, compañía, instituto, panadería, lo que tengas,  no vas a querer contratar a alguien que POTENCIALMENTE pueda enfermarse (puesto que no le ha dado), metiendo reposo y hasta indemnización por medicinas que ni se encuentran, de paso.

A mi parecer, el Chikungunya tomó el nivel de miedo así como el que todos tienen ante…la muerte. Sí. En serio. Apenas observas que un zancudo te pica, y se forma la erupción por la picada, te comienzas a preguntar…
-¿Será que me dará esa vaina? ¿Y si me botan del trabajo?

Comienza esa psicosis de esperar 3 días y nada. No te dio dicha enfermedad. Es   un trauma digno de cualquiera que no ha sufrido antes. Imagina no haber escuchado o desconocer películas de Destino Final o Juego Macabro, donde desde cualquier situación o por cualquier acción, te toca pagar las consecuencias. Andas caminando viendo cuanto zancudo se te atraviese para matarlo. -¡A mí no! ¡A mí no!

Ha sido tan fuerte el impacto de dicha enfermedad, que nuestros zancudos “chimbitos”, esos que dan solo dengue, quedaron rezagados a volar solitarios, tristes. Imagina como se refleja nuestra sociedad en semejante insecto. Estas aquí, acostumbrado a una cosa, siendo parásito o echándole pichón seriamente en lo que haces, y de repente te traen a alguien de afuera, preciso, capacitado en áreas innovadoras, habla inglés, una vaina así, y de paso, es más eficiente que tú. Es RE-QUE-TE-OBVIO, que te va a desplazar. Adiós Dengue. Epale CHIKUNGUNYA. Llégate.

Es probable que desde el plano de las predicciones, Michael Jackson en su video de los 80’, Thriller, ya nos diera una advertencia de “como” luciría una persona, con solo estar infectado por un mísero zancudo. Imagínate, estas en la calle, tranquilo, y observas 60,70 personas caminando tipo zombies, todos demacrados, saliendo (o llegando) de una clínica o un hospital, que si a buscar Atamel o Acetaminofen…

-¿Y eso? ¿Están parodiando el video de Thriller?
-.No chamo. ¡Es que tienen Chikungunya!
-Verga. Se parecen igualitos.

En cuanto a lo religioso, y como parte de nuestra cultura latinoamericana, personas de aquí y allá comenzaron a rezarle, que si a la “Virgen de la Chikunchirá”, solo por el hecho de “mientras más rápido aceptes que te dio, mejor”. Como nuestra mentalidad venezolana se pasea entre el esfuerzo y el conformismo, asumo que personas le “rezan” a esta pseudo santidad, pero  no para curarse, sino para desearle a algún conocido (entiéndase Jefe, Persona superior a ti, Profesor de una materia difícil…) QUE SE ENFERME CON ESA VAINA. 

Para los más conformistas, aquellos que no les gusta hacer nada, los vivos, los “trickster” (Capriles, 2008), el Chikungunya les cayó como anillo al dedo. Como les gusta meter reposo en el trabajo (si es que tienen), no vacilan en ningún momento para…

-Es que me dio Chikungunya.
-¿Pero eso no fue hace 7 meses pues?
-Sí jefe, pero la secuela dura 3 años.

O sea, esta gente es tan arre…arre…arre… ¡arrecife!, que no se saben  ni las leyes ni sus derechos o deberes dentro de la sociedad, pero sí se aprenden los pros y contras de esta enfermedad EXTRANJERA que, ya adaptamos como si fuera nuestra. “Que bello, que bonito” diría cierta caricatura venezolana en una isla en pleno 2014.

Como nuestra forma de pensar nos da para muchas cosas, los apodos de maleantes en la prensa y en barrios de todo el país no se han quedado atrás. Desde “Care’Chikungunya” hasta “Chiku 3 pelos”, e incluso la banda hamponil “Los ChiNcungunji”; una mutación fonética  marginal que demuestra lo inculto de una sociedad que no le presta atención a la Literatura ni al Castellano, para por lo menos tener estilo y presencia internacional, en lo que a bajo mundo e ilegalidad se refiere. Ha sido tan marcado el impacto de esta enfermedad en nuestra sociedad, que apodos como “Carlitos Dengue” o pseudónimos por el estilo, ya  no se escuchan en el día a día del venezolano.

Por su parte,  al momento de tener hijos, con este boom de una enfermedad que hace que todos los que la tengan, estén en cierta onda o moda, ahora es normal (o muy marginal) escuchar nombre de  bebés como: Antony Guya, David Satamel, o hasta Chikun De los Ángeles, una vaina que coooooooooooooooñ…  te hace saber que la cosa no va por buen camino. Es predecible que estos serán los ministros del futuro. He dicho.

¿Y cómo quedamos los que NO nos ha dado eso? Acaso ¿somos fenómenos?  ¿No calificamos? ¿Venezuela no era “ahora de todos”? ¿Tan mala sangre así somos? quizás seamos la cura para esta peste.  Lo peor de todo es que los realmente lastimados no son los que la tienen, sino los que NO la tienen o no les has dado (aunque la esperanza es lo ÚLTIMO que se pierde), ya que la depresión te carcome cada vez que escuchas a compañeros en la universidad, amigos del vecindario, o personas comunes en la calle, conversar acerca de ¿cómo les afectó? que ¿cuánto tiempo les duró?, que ¿cuál guarapo se tomaron?, que si ¿en qué farmacia encontraron Atamel?, y uno viendo para el cielo o leyendo mensajes en el teléfono celular, buscando ignorar la conversación, solo porque desconoces totalmente la información que está siendo manejada en el momento.

 Quizás tratando de ser lo más fuerte posible, para no aceptar al final que, dentro de lo difícil que ha sido el año 2014, eres de los pocos “bendecidos” a los cuales la enfermedad no ha alcanzado. Eres un SER SIN GUNYA. Fenómeno.
                                                             
                                                                                                 Noviembre de 2014

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