(adsbygoogle = window.adsbygoogle || []).push({});

Translate

La Frase de mí Tío

"La precisión...no es casualidad"
Enríque García

lunes, 12 de diciembre de 2016

El país de los diositos

A lo largo de la historia del ser humano, cuando no se puede explicar un fenómeno o una idea o una situación o un asunto o una circunstancia o una huesonah, el hombre se remite a esa fuerza suprema última, magnánima, a la que algunos llaman Dios, para poder entender dicho fenómeno, idea, situación, circunstancia, asunto o huesonah.  


“-Si Dios está conmigo ¿Quién contra mí?-” o “¡-’Saparézcanse problemas, que Dios viene conmigo!-” y frases por el estilo, comenzaron a escucharse en el día a día, desde hace tiempo. De acuerdo a esto, sentirse “Dios” debe ser una cosa muy genial. Para muchas religiones alrededor del mundo, existe solo un dios y punto. En cambio, existen otras  religiones donde tienen más de un dios e incluso, hay religiones que ni dios tienen.

Ahora bien, con tantas oscuranas y problemas que se nos presentan como venezolanos, pues es muy fácil sentirse un dios. Yo considero que vivimos en el “país de los diositos”. ¡Ya va! ¿Qué? Si Dios es único y perfecto (según otros mortales como yo) ¿Por qué afirmo esto? ¿Qué es un diosito? Pues sigue leyendo.

Cuando nos remontamos al Génesis en la Biblia, al principio del comienzo, al inicio del arranque, al avance del progreso, pues nos damos cuenta que, aparentemente, Dios creó muchas cosas (de hecho, todas las cosas, a según) sin ayuda de nadie. Yo me cuestiono ¿No habían ángeles? ¿Agua bendita? ¿Dólares? ¿Bolsas CLAP? ¿Adamantium? ¿Nada de eso? ¿Ni un pasante? ¿Para no decir que Dios lo hizo todo solo? No lo sé…

En este diciembre del 2016, cuando le pides a un venezolano que haga muchas cosas, EN VENEZUELA, sin ningún tipo de ayudas, ni pasantes, ni dólares, ni bolívares, ni ángeles, ni agua bendita, ni agua de Jamaica, ni adamantium, ni “material” para los carnets, ni harina de maíz precocida para las hallacas navideñas, ni pintura amarilla para los lápices Mongol,  seguro comenta: “-¡Chamo, nah guará,loco!”

Debido a esto, asumo que somos un país full de dioses por todos lados. Un Dios que está haciendo algo genial, por allá. Un Dios que está haciendo algo extraordinario, por aquí. Un Dios que está preparando un desayuno, en aquella esquina. Un Dios que está impartiendo clases en una escuela inexistente. En fin, todos creando y creando, desde la nada.

Por supuesto, es muy atrevido de mi parte, argumentar que somos semejantes a dicha figura “única y perfecta”. Así que, en su defecto, pues le coloco el sufijo diminutivo “-ito” a la palabra dios… ¡Y listo! ¡Somos diositos! ¿Ven? Somos un poquito más inferiores que Dios, pero seguimos siendo igual de arre…cifes. 

Por su parte, cuentan las leyendas, que dicho ser supremo se le aparece a los hombres y mujeres de forma misteriosa. Nosotros, como diositos, nos aparecemos (gracias a la magia divina tecnolo-ligiosa) en pantallas de teléfonos celulares y notas de voz de WhatsApp, a las mujeres y hombres que hoy no están en mi país. ¡No sé ustedes, pero para mí, eso es una forma de “aparición”!

Es por eso que hoy, con miras a terminar el año 2016, invito a todas esas personas alrededor del mundo, que quieran acercarse a Dios, que se vengan a Venezuela. ¡Vénganse! No verán diositos partiendo el mar en dos mitades, pero sí partiendo el sueldo en pedacitos, para rendirlo hasta fin de semana (no del mundo…ni del mes… ¡Ojo!!!)

Aquí no se resucita, ya que para eso, se necesita estar muerto. Lamentablemente, en mi país hay muchos vivos. No les prometo cuarenta días de ayuno, pero no les prometo menos de eso. Y es que en esta parte del globo terráqueo, no se hacen actos de magia…¡Sino milagros! Pregúntenle a cualquier madre venezolana. Sea o no, que esté adentro de una iglesia o una cocina.  Aquí hay un agua que es más sagrada que la bendita…y esa es la potable. Beberla…ya es una bendición. Este país es un Jardín del Edén, de veritas, de veritas (como diría Shrek). Lástima que no nos están botando de aquí, sino que nos estamos yendo, sin siquiera arrancar alguna fruta prohibida (que no hay ninguna, por cierto…ups…)
¡Qué Dios y los diositos nos bendigan, hermanos míos!

¡’Saparézcanse demonios! ¡Sale, sale !

¡Agua potable pa’ ustedes!





viernes, 2 de diciembre de 2016

-¡Posgrado a la vista, capitán!-


      
Luego de seis años universitarios en mi Alma Máter (que vienen a ser como dieciocho semestres en años caninos), he podido llegar a la consecución de una meta. Un objetivo fue logrado. Después de muchos “-Profe, no entendí” y “¿Y se puede hacer en parejas de dos?”, hoy un ciclo se ha cerrado.    
Indiscutiblemente, luego de muchas clases, luchas, paros, rutas, paro, la ruta, paro, paro, paro, paro, ¿pero por qué dic…? , paro, paro, paro, pero, paro, paro, paro…-Sí, ajá, pero-, -Ya va, ‘pérate- paro, paro, paro ¡Por fin, hemos llegado al final de la carrera universitaria!
Una vez Albert Einstein dijo (porque el sujeto decía muchas cosas) “-Lo que sabemos es una gota de agua, lo que ignoramos es el océano.” Ahora bien, en este campo de batalla oceánica de la Educación, más de un pirata está navegando. El problema no es navegar en estas aguas. El problema no es montarse en un Titanic. El problema, chico, no es ni siquiera, tener un traje de baño roto (cosa bien bizarra, por cierto. Andar medio desnudo por la playa, y que el único pedacito de tela que te coloques, esté roto. No me godas. O no te godas, en este caso. Traje de baño bien pirata).
El problema es que no todos respetan la grandeza de los mares. Siendo lugar de vida del Kracken, Poseidón, Calamardo  y Aquaman (que ya le van a sacar su película, también), existen marineros que salen sin brújulas, mapas, cartas de navegación, municiones, “certificados de natación” (me imagino que debe existir un equivalente a los certificados de salud), salvavidas, botes salvavidas, potes salvavidas, Salvajitos y hasta sin un capitán. ¿Cómo va a aventurarse un barco sin un capitán? Eso es como una escuela sin director, una hamburguesa sin papas o un país sin presidente. ¡Tienen que estar presentes, vale! ¡Pónganle papitas, cónfiro! ¡Cáspita!
Cuando una tripulación sabe que su capitán está ahí, todo marcha. No significa que algo marche “viento en popa”, pero marcha. Lo importante, como diría el profesor Ramón Querales, es “seguir adelante” (2016). Si ya tenemos las herramientas, los conocimientos de las rutas náuticas, los mapas para conseguir el tesoro de la calidad, un buen crew[1], y hasta dos brújulas (porque siempre es mejor tenerla y no necesitarla, que necesitarlas y no tenerlas. Y más, en medio del océano), invito entonces, camaradas marineros, a que nos lancemos al agua – ¡Ojo! no estoy pidiendo matrimonio- de la enseñanza. ¿Y si hay algún descuido y nos convertimos en piratas? Pues, yo no lo creo. Y si llegamos a serlo, seamos como Jack Sparrow. No lo digo por la pinta, ni por su ropa, ni por su acento, ni por su estilo para caminar o correr. Me refiero a ponerse la mano en el corazón, para hacer las cosas. ¿Quieres ser pirata? ¿Para quitarle a los demás y blablablah? Ese es tu rollo. ¡Que Poseidón te sentencie al fondo “debajo del mar” con Bob Esponja. No yo!

[1] Equipo de personas, que trabaja contigo. Sin titubeo. 

Que si muchos compatriotas dejaron de navegar estas aguas y surcaron otros siete mares, ha sido dolorosamente válido. Ya no comentan sobre Moby Dick, sino “me-moví-de-ahí” en cada puerto del mundo, adonde hacen escala. Ah ¿pero quieres ser un pirata de mar?  Sé un pirata distinto, sin parche ni loro en el hombro. Conocedor de tus aguas y tus creencias. Celebra, cuando encuentres un botín. Ayuda, cuando un gato se esté ahogando…miaugo, miaugo [chiste malo del día, lo sé]. Socorre, cuando alguien no sepa nadar y se esté ahogando. Pesca peces muertos, o sea, pescados, y véndelos a precios accesibles para nutrir a la gente en la costa. Busca una isla, como todo buen marinero o pirata, y desembarca lleno de esperanza. Descubre, no conquistes. Que al descubrir, ya estarás conquistando. Sea en las aguas del conocimiento o del amor. Celebra, con una botella de ron, cuando tengas ron pa’ celebrar. Consigue una sirena y quiérela, para que te acompañe al fin de los mares. Consigue un buen crew, que te apoye hasta el final y no los interrumpa cuando estén habland…

-¡Disculpe, mi capitán!
-¿Qué pasa, vale? ¿No ves que estoy hablando?
-¡Posgrado de Lingüística a la vista!
- ¡Cáspita! ¡Alcen las velas! ¡Todo a estribor! ¡Aumenten a velocidad crucero! ¡Esto se va a descontrolar!

martes, 29 de noviembre de 2016

La clase magistral del colector

“Toda problema, tiene solución y toda enfermedad tiene curación”. Mmm no. Las cosas no son así. Si las cosas fuesen así, tal vez el mundo fuese distinto.  Debido a esto, decidí estudiar una de las profesiones más bonitas, nobles, honestas, humanas, reconfortantes, esperanzadoras y caritativas del mundo…la de colector de autobús.

Me puse a hacer una investigación exhaustiva y busqué, averigüé, pregunté, indagué, analicé, consideré, ¡en fin! Pregunté bastante y encontré que para semejante oficio…no se estudia. Cuando le pregunté a un colector, que me vio sonreír y asombrarme, ante la noticia de que no amerita estudio ni pruebas, me dijo:
-¡Aaahhhh güeno menor. Tienes madera pa’ colector!- a lo que mi pensamiento mediocre le alegró, esperanzado. Ahí mismo, él retomó la palabra…
-Eso sí, chamo. Tienes que cumplir ciertos requisitos pa’ trabaja’ aquí.
- ¡Ah vaina! ¿Y no me acabas de decir, que no se necesita prueba ni nada pa’ ser como tú?
- ¿Yo dije eso? ¡Mielde! Bueno, pero en fin, lo cortés no quita lo valiente.    
- A ver, ilumíname, cabeza ‘e mordisco ‘e rata.
-Eso. Así se comienza, insultando. Pero respeta, que hoy yo soy tu profesol. Vacílate el beta. Lo primero, es saber que el cliente no tiene la razón. La tienes tú. Segundo, estudiante no es gente. Nada de carnet ni ticket, que eso “no ’tá en gaceta’”. ¡Y bórralo! Telcero, nada de telcera edad. Pasaje completo y mande botín.
-¿Mande botín?
- Mande botín. Bueno, que te dé los reales, pa’ coroná’ ese billete, relaja’o.  ¿Y si no? Bota’o en la parada pa’ que sean serio y rescaten, bórralo.
- ¿Pa’ que rescaten?
- Bueno, nada. Pa’ que obtengan lo que merecen, por brujas. Pa’ que agarren ahí ¿tú me entiende’?
-¡Aaahhhh! Sí, claro. Entiendo.
-¿De bien?
- De bien, ‘mano.
-Listo. Lo próximo en el beta o lo siguiente; lo “next” ¿tú me entiende’? es la música, menor. Salsa baúl, tranca’o[1]. Salsa romántica, tranca’o. Salsa cabilla, tranca’o. Salsa erótica, tranca’o. Salsa brava, tranca’o. 
[1]  O sea, mucho. Es como decir “burrea’o” o “parejo”. Entiéndase: demasiado.  

Reggaetón, de las viejitas de antes, tranca’o. Vallenato, convive, en todas sus formas y manifestaciones, tranca’o. ¡Ah! Y el loco de Aventura, que sabe su vaina. De bien. Cualquier cosa, cuádrate un MP3 y mezcla toda esa shit.
- ¿Shit?
- ¡Yes! Estoy haciendo un cursito de inglés, on-line. Y no puedes colocar groserías aquí Reinaldo, rescata.  
- ¡Ah dale. Sí va, ‘mano!
-Eso. Ten en cuenta que siempre hay que tené’ sencillo en el bolsillo. Que si pa’l agua, que si pa’l café que si pa’ los caramelos de jengibre. ¡Aaaahhhh güeno, rescata! Eso sí. Al lado del chofer, eso es sagrado. Centro de operaciones. Ca-ca. Eso no se toca.
- Me estás hablando del radio ¿no?
-¡Qué radio nada, vale! El mueble. El aposento. Pa’ que se sienten las princesas. Las reinas. Las fresas. Tú sabe’. Mami que se monte, mami que va pa’l mueble. Y si es feita, pasillo y bórralo.  
- ¿Y mande botín?
- ¡Aaaaahhh güeno! Ya estás agarrando el Ilan Chester, menol. Vacila el beta. Hay un librito sagrado que es nuestro, que trata sobre física cuántica. Eso no lo sabe nadie. Eso es lo que leemos los colectores, Cayetano. Bien callaíto, pa’ entender como acomodar a la gente. ¿’Tamos claro? Tienes que ‘tá claro que la gente es burda de obtusa. Por eso toca aplicarles el reforzamiento de Ivan Pavlov.

-¿Ese fue el que peleó con Rocky?

-¡Concéntrate, vale! Aquí es donde le pones apodos a la gente, pa’ que se acomoden en el pasillo. “Epa, mi doña”, “hermanito” “Mami” “Papi”, “’mano”, “princesa” “patrón” , “reina” o cualquier otra cosa, con el respectivo “tenemos espacio ahí”. Es como jugar tetris con la gente. Y bueno, nada. “Por favor” pa’ to’ el mundo. Mantén claro que todo gira, en torno al centro del pasillo.  Si están por atrás, mándalos pa’l centro. Si están por adelante, mándalos pa’l centro. Bórralo.

- La cosa no es tan mantequilla. ¡Qué beta! ¿Y hay que tener un pañito, supongo? ¿Pa’ la calor?

-Ah no, claro. ¿Y cómo es, pues? ¿Tú crees que es una jugadera to’ el día en la calle o qué? Y eso que no te he hablado de sacar cuentas, mientras vas manda’o por la autopista. Tanto que odié la matemática hasta el tercer grado, que dejé los estudios, pa veni’ a usa’la to’ los días. Pero háblame, entonces. ¿Cuándo comienzas?

- Nada, vale. Era pa ve’ qué lo qué. Pa ve’ cómo funciona el sistema que tal, ya que en una semana me gradúo de la universidad. Gracias por la clase magistral. Rescata.


martes, 22 de noviembre de 2016

Una mendigada internacional

Cuando son exactamente las seis y nueve minutos de la mañana, disponiéndome a viajar a la población de Maracay, por la autopista, me doy demasiado de cuenta de que tengo hambre. No es algo que importe, ya que tengo como seis meses sin desayunar, ni almorzar ni cenar. Supongo que realmente uno es estudiante universitario venezolano del siglo equis equis palito.

Ahora bien, luego de esta escritura de paja, reconozco que la palabra merengada suena casi como la palabra mendigada. Toca preguntarse: ¿qué es un mendigo? ¿Qué es una merengada? ¿Por qué me ven extraño las personas que van de a pie, en el autobús, mientras escribo? ¿Tendré cara de mendigo? No sé, digo yo. No sé, mendigo yo.

Debido a que estoy molesto con la descomposición socio- político –La Vinotinto- estructural de mi país (quizás porque tengo tiempo sin tomarme una merengada), necesito echarle la culpa a algo. Hoy le echo la culpa a la generación que se ve conmigo en el espejo. ¡Sí! Mi generación de los años 90’. ¿Qué? ¿Qué por qué? -Elemental, querido Watson-. Bueno, ante el descalabro social y el malandreo por doquier, quizás deba escribir: -Elemental, querido Jackson-. Prosigo. Mendigo.

Me atrevo a acusarnos de culpables, ya que, si durante la época del liceo no hubiésemos hecho recolectas de dinero al momento de graduarnos, o los “¿No tienes cien bolo’ que me regales?”[1], probablemente no estuviésemos pagando los platos rotos,  viviendo esta realidad "pediderística" en autobuses, rutas, terminales, calles, autopistas y avenidas de Venezuela.  Como esa generación se acostumbró a pedir real, hoy vemos con naturalidad que pedir real es normal.  ¡Ojo! Eso es mendigar, digo yo.  Eso es mendigar, mendigo yo.
[1]  Cuando aún usábamos moneditas de un valor medio módico. 

Así como yo, mucha gente odia esa actitud merenguer… ¡Digo! Merengad… ¡Digooo! ¡Mendiguera! Gente físicamente apta, con un léxico decente, con rostros de esperanza, pidiendo real. ¿No te digo yo? ¿No mendigo yo?

Como nosotros somos los culpables (y no hay excusas) de que nuestra razón de pedir moneditas en el liceo, defecó todo esto, me atrevo a ofrecer una solución. Ya que vivimos en la tierra de lo inversamente proporcio-normal, a todos esos conocidos, amigos, hermanos, compatriotas, pitiyanquis, camaradas, escuálidos, enchufados, desenchufados, pranes, protones, fanáticos del salsa casino, fanáticos de la Vinotinto, fanáticos del Yerbalife ¡en fin! a la gente que conozco y que hoy no está en Venezuela… ¿Me pueden regalar un dólar? Uno solo ¿por fa’? Ya que, si por estar pidiendo bolívares se defecó  esta tierra, me imagino que merengueand… [Marejada, marejada…fue tu amor sobre mi almohada; marejada, marejada/ Noches de fantasííííía, las que vivííííí con ella; en busca de una estrellaaaa…] ¡Digo! Mendigando internacionalmente,  pueda pseudo invertir en un pasaje aéreo, o en la reconstrucción de mi país, comprando diccionarios, tablets o video-beams. Incluso medicamentos, para aquellos mendigos que otrora…no lo éramos.

P.S: a todos los que se ven en el espejo, de la generación de los años 90’…espero estén bien.

¿Tienes un dólar que me regales?




sábado, 24 de septiembre de 2016

La sociedad ballena

Desde hace mucho tiempo (como 18 años exactamente) el planeta tierra entró en un estado cíclico, retrógrado, antagónico a lo que uno conocía como: normalidad. El poder de los vientos delicios del norte, en conjunto con los vientos lambucios del sur, hicieron que el pedacito de tierra en el que se encuentra mi país, entrase como en trance (que vendría a ser mi definición teórica-técnica, científica y académica del asunto).

Cuando no tenía conciencia de las cosas, los casos ni las casas de las otras personas, solo creía en la existencia de Dios y de esos seres que viven afuera de nuestro planeta. Esos seres llamados “extra-terrestres” que, según creyentes, existen. En la televisión, veía como dramatizaban su llegada a la tierra y absorbían a las personas con un rayo espacial (otra de mis definiciones técnicas) y suuuuuiiisssshhhh[1], eran llevados por los extraterrestres.
[1] Técnicamente, así suena el sonido del rayo espacial…técnicamente.

Ahora bien ¿Por qué recuerdo esto y lo escribo a colación? Pues, con tanta gente yéndose de nuestro país, porque quieren, porque pueden, porque DEBEN, pues comienzo a sentir que este pedazo de tierra está quedando desulado. O sea, con el sol a un lado del planeta. Los que están afuera, que ya salieron suuuuuiiisssshhhh, como succionados por un rayo espacial, seguro están en el lado del planeta donde ilumina el sol. De este otro lado del charco, del lado desulado, quedamos como en tinieblas (¡ojo! así comenzó “la creación”…a según…). Todo vacío, a obscuras, con gente que ya no ve a los ojos. Ya no tienen  ojos porque no los necesitan. Somos una nueva sociedad. Nosotros. El pedacito de tierra.

Los que estamos aquí porque queremos, porque podemos, porque NO podemos, porque deberíamos poder, simplemente estamos. Me atrevo a escribir que involucionamos (o evolucionamos, depende de lo que me diga la gente de Discovery Channel) a una nueva sociedad de venezolanos: la sociedad ballena.

Una sociedad que, a obscuras por no tener luz en este lado del mundo, se comunica mediante ultrasonido. Somos como ballenas desnutridas, o sea, delfines. A falta de pollo, carne u otras cosas que comían los humanos, nos alimentamos a punta de sardinas. Mientras no sean suuuuuiiisssshhhh…por los extra-terrestres.

Los extra-terrestres quizás sí existen. Con rayos espaciales y todo. En un nuevo planeta, una nueva sociedad, con una nueva abuela en su plegaria, con gente haciendo las cosas distintas. Las ballenas, en cambio, se la pasan en el fondo de las profundidades de los mares solos, solas y desoladas. Aquí, también estamos ubicados en el fondo. También estamos solos y, al parecer, se están acabando las sardinas.

Nunca había entendido la naturaleza animal. De hecho, nunca había entendido muchas cosas. Pero en este océano en el que vivimos, puedes observar como individuos actúan como las grandes ballenas azules o los tiburones ballenas, que abren sus bocas y consumen plancton (son seres vivos súper microscópicos, pequeñitos, efímeros, imperceptibles al ojo humano…pero alimentan). En este pedazo de tierra, hasta observas pirañas, caminando con cédula en mano y haciendo colas. Donde les digan que llegó un producto (o que se acabó un producto), inmediatamente se les activa ese instinto de sacar los dientes y echarle muela a lo que se les atraviese. No puedes sacar un pedacito de comida o algo porque “cha-cha-cha”, te lo quitan. Malvada conducta animal.

En este lado desulado, con derrames cerebrales y petroleros por doquier, lo que queda es seguir nadando en estas aguas. Hay quienes tienen menos esperanza que Dory con su “♪nadaremos, nadaremos♫”, aun cuando hay gente, aun aquí, tratando de hacer algo.  Recuerdo que en Buscando a Nemo, Dory sufre de problemas de memoria, cosa que yo no veo como un problema, sino como un poder muy genial. Porque debe ser muy genial, si uno pudiese olvidarse de todo lo que lo rodea. De los que han sido succionados por un rayo espacial, del sabor de la sardina frita con limón, del sabor de la sardina frita…cuando no es freída. Del agua contaminada que con tanta sed nos estamos tomando. Todo, por ser de esta sociedad…la sociedad ballena.

Estamos en contacto, quizás en un próximo relato, si no es que…

-Epa ¿y esa luz…?- suuuuuiiisssshhhh

martes, 23 de agosto de 2016

El desgaste de agosto


            Agosto fue un mes muy rudo para el venezolano. Pasar de ver las Olimpiadas a vivirlas, no fue una cosa muy normal. Claro, uno no es atleta para decir semejante frase. Pero cuando observas que hay carreras de cinco mil metros, diez mil metros, decatlón y hasta lanzamientos de martillos (que no son martillos) uno se pregunta:

-¿Ah, es que uno puede ganar medallas por eso?

            El venezolano de agosto del 2016, ha tenido que lidiar contra colas inmensas -de más de cinco mil metros- le ha tocado hacer más de diez cosas distintas, para conseguir un producto alimenticio y hasta lanza, no martillos, pero sí mentadas de madres que llegan más lejos que cualquier record olímpico. Este año, se retira Michael Phelps (si no sabes quién es, pues es un sujeto que le ronca al mambo en la natación); se retira Usain Bolt (si no sabes quién es, pues es un sujeto que le ronca al mambo en el atletismo); pero la que no se retira y no es precisamente de las Olimpiadas, es la señorita Tibisay Lucena. ¡Hasta cuándo Tía Tibi!!! Dele chance a otro “atleta”, para ver si ganamos una medalla de oro en cuanto a democracia y esperanza en Venezuela.  

            Aparte de que ya casi termina agosto, también se terminaron los juegos de las Olimpiadas. Mi país solo se trajo tres medallas olímpicas y bastantes diplomas olímpicos (que son como una especie de reconocimiento de consuelo para los primeros cinco atletas que no alcanzaron medalla olímpica en cada disciplina, pero estuvieron cerquita de eso.) Yo no espero una medalla en mi universidad, pero sí espero mi diploma universitario. Está difícil, pero es debido a que aquí, en mi Upel Maracay, al parecer el diploma cuesta más que una medalla olímpica.  Ver tantos atletas del estudio nadar, para morir en la orilla de la graduación, es realmente doloroso en esta competencia orquestada por quienes hoy promueven la “llegada a la meta” ¡Qué moderno es este agosto!   

              La ilusión de ver ganar a los venezolanos se fue desgastando con el pasar de agosto. Desde hacer depósitos en bancos mercantiles hasta formarse en colas por un pedazo de pan que toca multiplicar como hizo Jesucristo, ha sido agotador. Me robaron el teléfono celular hace un mes, y la velocidad con la que salieron corriendo los tres delincuentes, me hizo pensar en que quizás hubiesen traído medallas de oro, allá en las Olimpiadas. ¡Qué lástima que no los llevaron!  

Sin duda alguna, ha sido un mes muy desgastante. Ya se acabaron los juegos olímpicos y me pregunto ¿se acabará esto que estamos viviendo los venezolanos? Porque las mentadas de madres, por parte de la mayoría de los venezolanos, están llegando lejos. Lamentablemente nadie nos dará una medalla por eso.

 El martillo que lanzan aquí, los policías y bachaqueros, está muy rudo. El cuatro por cien metros en atletismo (4x100 metros) que vimos por televisión, no se compara con el seis por mil bolívares (6x1000bs) que nos toca pagar, cada vez que quieres comprar plátanos en la calle. ¡Y ni hablar del tiro con arco! ¿Cuánto malandro o pran venezolano no nos hubiese dejado bien parado allá, si lo hubiésemos llevado? ¡Pero no! Llevemos a los atletas. ¡Qué agosto, pana! ¡Qué agosto! 

lunes, 4 de julio de 2016

Contrabanjando

                  
         Desde los principios de los inicios del comienzo, cuando se había dado la apertura del cierre, o sea, el inicio del fin (fin de semestre), yo me dije: -¿ajá y ahora qué haré...?- Después  de mucho pensar -en realidad fue un ratico, pero el que escribe soy yo- decidí meterme a contrabandista. ¡Sí! ¡A contrabandista!   

Como todo buen comienzo del inicio, me costó. Solo, sin dinero, sin apoyo, sin pollo, sin un carrizo, sin bandera, sin un carrizo otra vez, sin un carrizo en la cartera, sin un carrizo en la nevera…en serio fue muy difícil. Este comienzo del inicio fue peor que la memoria de Dory buscando algo. Lo único que tenía eran cenizas de esa llama de la esperanza, que alguna vez estuvo prendida al inicio del comienzo. Llegué, agarré dos piedras, cual hombre cavernícola de la prehistoria histórica revolucionaria y comencé a frotarlas, tratando de sacar chispas. Cuando, re depente, se prendió el gran foco del contraband… ¡Digo! ¡Las ideas! ¡El gran foco de las ideas! ¡Comenzaré a traficar mangos!

-¡Con trabajo y contrabando se llega lejos!- me aconsejó un día un contrabandista de caramelitos de jengibre.

            En la medida que enseñamos, vamos aprendiendo. Es por eso que, el que enseña, aprende dos veces. No recuerdo donde leí eso, pero sí sé que es una verdad incuestionable. ¿Cómo se contrabandea? ¿Cómo se contrabanda? ¿Cómo se escribe esto? Ven.  Preguntas estúpidamente filosóficas.

Como el semestre no arrancó en mi universidad, tomé la firme decisión de ponerme a contrabandear mango.

Todo es un proceso. Buscar los árboles. Lanzarles piedras. Lanzarles piedras a los árboles de mango. Pegarle con las piedras a los mangos. Pegarle con las piedras a los mangos y que se caigan. Que se caigan y no me los roben los lambucios que están pendientes de robar mangos. Activar el plan POLAR (Proceso de Odio a Loros Arriba de Ramas). Esta activación es muy delicada, ya que implica el agotamiento del brazo con el que estuviste lanzando piedras. Luego, usar fuerza (de donde ya no tienes) para subir al árbol. Esquivar tanto a loros como las piedras que te lanzan los lambucios desde abajo. Rezar mentalmente, para que los loros no comiencen a picotearte o a los mangos, en señal de protesta anti-pacífica. Desactivar el plan POLAR. Luego, seleccionar cuáles mangos te servirán para hacer jalea, cuáles te servirán para regalar y cuáles para contrabandear.

El contrabando es algo delicado. Demás está decir que hay mucha gente contrabandeando cosas allá afuera. Cosas con las que yo, este humilde iniciador en este principio del comienzo, no puede competir.

Después de esta caída en cuenta, desperté. Vi las cenizas al frente de mí y no vi dos rocas, con las que pretendía –como todo hombre cavernícola de la prehistoria histórica revolucionaria- encender la llama de la esperanza. Lo que tenía en mis manos no eran dos rocas, sino dos pepas de mango. Ni modo. Contrabandear no es lo mío. Mejor me dejo de inventar guarapita de mango y tomármela mientras la estoy haciendo, y dejo de soñar pendejadas.  Me pondré a tomar…pero consejos.  
 ¡Con trabajo y pasaporte…se llega lejos! 

miércoles, 1 de junio de 2016

sábado, 23 de abril de 2016

El librito de Pacotilla

      

Durante esta semana del libro, en honor a susodicho objeto y a su Día Internacional en este mundo, me puse a pensar en cual libro es el más peligroso y hasta cual se realizó primero. El análisis mental sobre estas incógnitas, comenzó cual guerra entre Dios (o cualquier otra fuerza suprema en la que usted crea…) y Lucifer ¡Sí! ¡Lucifer!

Yo me imagino que, rodeado de ángeles allá en el paraíso, todos sin nombre, fastidiados, ya que todo es “perfecto”, llega un supuesto “creador” y te asigna el nombre de…Luci…y lo remienda con…Lucifer… ¡es como para generar una guerra!! Hasta para lanzarle un cambio de gobierno a alguien, en términos celestiales.

-¡Ah! ¿Me vas a llamar Lucifer?- y ahí comenzó el problema entre el bien y el mal en el Jardín del Edén, engañando a la pobre Eva, con una manzana a precio “injusto” (aunque Lucifer nunca le cobró, ella pagó el precio por “lambucismo celestial”) y una parranda de consecuencias negativas.

Ahora bien, el análisis mental inerte a mí,  se produce en base a dos objetos llenos de veneno dentro del universo literario: la Biblia y el famoso libro “Mi Jardín”. Con la Biblia, al no interpretarla correctamente (no sé qué rayos signifique esto) se puede llegar a manipular a personas acorde a una falta de algo, justificando una cierta paz “espiritual”, por dejarse llevar por las ideas de otros. Quizás yo esté equivocado, tal vez necesite interpretar mejor la Biblia. Pero ¿Por qué considero al mísero librito de pacotilla “Mi Jardín (al lado de la Biblia), como un objeto lleno de veneno? Simple.

Hay personas que “leen” las cartas. Hay personas que “leen” las gacetas hípicas. Hay personas que dicen “leer” el pensamiento. Los más extremistas o alejados de la religión, “leen” hasta las manos. Entonces, yo me pregunto dentro de mi pequeño cerebro tercermundista…si con el mísero librito de pacotilla “Mi Jardín”, solo aprendo a  leer las letras del sistema lingüístico castellano, ¿cómo hacer para aprender a leer estas otras cosas venenosas pseudo-místicas? Creo…creo… que no estamos aprendiendo a leer lo que los demás dicen que saben leer.

Sin embargo, si con aprender a leer las letras del sistema del alfabeto latino o romano (en latín tardío, Abecedarium Latinum[1]), para leer sílabas, para después leer palabras, para luego leer oraciones, de esta forma poder leer párrafos, para así llegar a leer textos, para luego leer libros (como la Biblia…), discúlpenme hermanos- sin buscar que suene religioso, lo de “hermanos”- pero creo que este librito tiene más veneno entonces que la misma Biblia. Con el conocimiento al alcance de la mano, se le puede refutar a cualquiera que intente engañarlo a uno, ya que se puede ser una persona alfabeta[2]. Incluso literata, queridos hermanos.
[1] Gracias Wikipedia. Gracias.
[2] Persona que sabe leer y escribir. 

Si Eva, de haber sido una persona alfabeta o literata, habría sabido que los animales no pueden hablar, NO le habría hecho caso a Lucifer, transformado en serpiente, y nos hubiésemos ahorrado todo esto de la escasez, el bachaqueo, los precios del petróleo, la Tigresa del Oriente, la escasez del papel de imprenta, la Vinotinto sin ir al Mundial de Fútbol de la Fifa masculino  ¡en fin! Todo esto, por no tener a la mano un mísero librito de pacotilla…allá en el jardín celestial.

Esta es mi resolución mundana sobre cuál libro es más peligroso, a partir de lo que he interpretado en el Génesis de la Biblia ¡pero basta! Mejor me voy a preparar un arroz a la jardinera. ¿Dónde estará el libro de las recetas, por cierto? Vamos a ver si puedo entender las instrucciones.

¡Feliz Día Internacional del libro y del Idioma, querido librito de pacotilla!
                          


viernes, 11 de marzo de 2016

¡Tranquemos el cerebro!

  

            Para esos ávidos lectores y no tan lectores de la maldad, la astucia, la corrupción o la sobre valoración de información, la palabra “tranca” implica cosas que se detienen de un momento a otro, así como cosas que comienzan a moverse a partir de dicha tranca (creo que este párrafo se trancó…)
            Cuando se juega dominó y, uno de los jugadores decide “trancar” la partida, suceden una serie de cosas que alegran a los beneficiados de dicha tranca, así como ARRe…manga el entendimiento de los desfavorecidos de dicha tranca. En lo personal, es cuestión de cálculo, para trancar y ganar o trancar y perder, sin querer. Yo casi no calculo, por eso casi no tranco las partidas.

Existen otro tipo de trancas, como la de la poceta, que se presta más para la vergüenza (cuando se está en la casa de la novia, el restaurant o algún familiar que pueda traer a colación dicha tranca en una conversa futura…), porque es producto de una necesidad humana de hacer el “número dos” sin buscar trancar algo, pero simplemente sucede y toca resolver. Punto.

Ahora bien, existe una tranca que no cuadra. Y esa es la que se presenta en las protestas de calle. Pero no la formal, justa, honesta, en la que todos y cada uno de los protestantes están de acuerdo, previo cálculo de la mayoría, para trancar una calle, una avenida o un país. Escribo sobre la tranca por “trancar a medias”,  donde no sabes si vas a ganar o perder. Eso es sencillamente patético. Es como querer trancar la poceta, lograrlo, y ni siquiera limpiarte el trasero. O sea, es CAGARLA en toda la expresión de la palabra y la situación (al menos que esté escaseando el papel toilette en dicho baño…y tampoco tengas media de vestir.)  Cuando uno tranca el paso, se debe pensar en las consideraciones que eso acarreará (esta palabra no tiene nada que ver con diarrea, cuidado. Si no sabe, pregunte. Punto).

 Desde afectar a personas que son ajenas a la causa, así como aquellos que son afectos a la causa de trancar,  trancar implica cambiar el curso de muchas vidas. ¿Qué hay de aquellos que también quieren usar la poceta? ¿No merecen usarla, solo porque tú la tapaste? ¿No deberías elevar el nivel de pensamiento y destaparla, de ipso facto? O sea, de una vez. Mis disculpas por la diarrea verbal que estoy plasmando en este papel. Creo que se me está trancando el cerebro.

Cuando una persona toma,bebe, ingiere,consume, ”se echa solo una” bebida alcohólica, pues el cerebro desde un hemisferio a otro, comienza a  trancar el paso de ideas y las neuronas bajan su velocidad de transmisión. Las neuronas como que se trancan. Eso hace que el cerebro colapse y no permita que la libertad de las ideas y las decisiones que un individuo TOME sean sensatas y correctas. Pregúntele a cualquier borracho, que no usa la poceta para hacer el “número 2”, pero sí para gomitar cosas que no trancan el flujo gástrico.  ¿Qué idea tan mierda, no? Prosigo.

Lo que me da ganas de GOMITAR es la idea de trancar una universidad, sobretodo porque las razones no son apoyadas por el 90% de las personas que conforman (y que no tienen trancado los hemisferios) dicha universidad. Que si una calle,una avenida, una autopista o un país. Ir en contra de un sistema (que de paso es una mierda) es una cosa. Pero otra cosa es afectar (sin usar los hemisferios izquierdo y derecho en conjunto) la realidad de aquellos, solo porque estos “piensen” que están haciendo bien y pues TRANCAN, sea el paso, el progreso o las ganas de echar pa’ lante.  Es como seguir jugando una partida de dominó (en la que sepas que vas a ganar) y viene tu compañero y TRANCA la partida. Cuentas las piezas de dominó…ves el puntaje y… ¡pierdes! ¡Demonios! ¿No te vas a molestar? Es como cuando se tranca una poceta…o una calle por donde planeabas pasar…o una noche de pasión, de la cual no recuerdas nada…porque hubo una tranca entre un hemisferio y el otro. La tranca nunca es buena, señores. Y menos cuando la resolución final…al final…va a oler y ser eso que tapa un inodoro, afectando a los que quieran usar la poceta… en un futuro no muy lejano ni hediondo.   

¿Entiendes la idea…o acaso tranqué este artículo? Supongo que me toca destapar esto…pensando en una poceta universitaria. ¡Que los hemisferios me acompañen! ¡Diablo Rojo y Coca Cola, lléguense!!!

   

miércoles, 17 de febrero de 2016

La entrevista del AÑO

          Está sentado un psicólogo en su sillón, cuando “re depente” comienza…  


-Buenas tardes.
-Guao, ya empezamos.
-Nombre, por favor.
-Friedrich ForTH Dim Corner.
-¿Eso no es…Fernando del Rincón?
-Guao ¿el que se las sabe todas más una y tal…?
-Soy el psicólogo. Toma una galleta, por favor.
-¡A mí no me estés chapeando con… ¡JAA! Galletas!- y agarra una.
-¿Nacionalidad?
-Alemana.
-¿Edad?
-Tengo 38 años, pero las demás personas me dicen que tengo como 12 años.
-¿Y eso? ¿Por qué dicha presunción?
-Usted es el psicólogo ¿no?
-De acuerdo. Prosigamos. ¿Qué profesión ejerce?
-Soy guardián, pero soy conocido como un “pastor”.
-Interesante.
-¡Huy sí, guao! ¡Que interesante!- mientras agarra otra galleta.
-Cuéntame. ¿Cómo fueron tus padres contigo?
-Fueron chéveres. Murieron jóvenes. Tenían como 39 años. También eran guardianes…y eran conocidos como pastores.
-¡Epa, ya va! Aquí comienzo a ver un patrón.
-¡Ese es problema suyo, lo que usted ve! Las galletas están buenas, por cierto- mientras agarra otra galleta.
- ¡Bueno, pero ¿qué pasa, pues? ¡Más respeto, por favor!!!
-¡Guao, ahora sí me arreglé yo! ¿Quién está pagando, pues?
-¡A mí no me hables así, solo porque me pagas en dólares!
-¿En dólares? ¿Pero si te hice la transferencia fue en Euros? Además, traje dinero en efectivo, por si acaso.
-…
-…- mientras…lentamente… agarra otra galleta.
-Ustedes los alemanes y sus complejos de inferioridad.
-Guao ¿disculpa?
-Ehhhmmmmm nada, nada. Cuéntame…¿Qué odias en la vida?
-Guao…¡Qué pregunta tan difícil! ¡Los gatos! ¡Odio a los gatos!!! ¡Los odio! ¡Los odio!
-¡Oye, vamo’ a calmano, viejo! ¿Te hicieron algo o qué?
-¿Hicieron? Si por eso es que los odio ¡NO HACEN NADA! ¡Son como…como…como…como mi peor enemigo! ¡Sí! ¡Eso es lo que son! ¡Los odioooooooooooooooo!
-Guao. Se nota tu odio.
-Wou wou wou… el de los “guao” soy yo. Vamo’ a calmano.
-¿Ajá y por qué son “como tu peor enemigo”?
-¡PORQUE LO SON! A veces los persigo, cuando los veo por ahí. ¡Es que los odio! Pero los condenados son rápidos, no te creas. ¿Tienes más galletas?
-No. Nunca había tenido un paciente tan lambucio.
-Guao. ¿Qué dijiste?
-¡Que Ya estoy decodificando tu discurso!
-¿Entiendes que ni tú ni yo existimos, no?
-Obvio. Aparte, yo no hablo alemán ni tengo galletas.
-¡Guao. Tan sincero el psicólogo, ahora! ¿Quién está pagando en Euros?- mientras le pasa la lengua al plato, donde estaban las galletas.  
- ¡Está bieeeeen…! Ya voy a buscar otro paquete, señorito Friedrich.- mientras se dice a sí mismo… - ¡Qué peo, esto de entrevistar caninos! ¡Renuncio!-



sábado, 6 de febrero de 2016

¡Pasé a mejor vida!


“-No, no. ¡No es lo que parece! ¡Pero déjame explicarte, vale! Ella solo me estaba ayudando-“

            Más de una vez hemos leído y escuchado, no solo esta frase, sino los hechos que acompañan a este tipo de frases. Cuando se habla (o en este caso, se “escribe”) de una persona en una conversa, y uno de los inter-locutores no sabe o maneja información, sobre el fallecimiento de esa 3era persona, pues es muy normal que salga a relucir el famoso:

-¡Pasó a mejor vida!

De acuerdo a  antiguos planteamientos, a través de los cuales yo no miento, en mi atrevimiento en este momento sin impedimento, se dice que, en términos religiosos, toda vida después de la terrenal DEBE ser mejor. (Si no es que estás en la lista, de los que se irán con Lucifer durante el Apocalipsis. ¡Lo siento, bachaqueros! ¡Ya papa Dios les anotó la placa e’ la moto!)

Ahora bien, cuando tenga una hija, la llamaré Lucía Fernanda. Así, cuando vaya a recogerla a la escuela, podré llamarla por su “nombre”… -Lucifeeeeeeeeer. Lucifeeeeerrr. (Este chiste NO es mío, pero me parece tan gafo el hecho de que todos comenten sobre esto, actualmente, que tuve que sacarla de jonrón, ante lo bombita que me la puso la señora Astucia.) Prosigo. Hablemos mejor de béisbol venezolano, por ejemplo. Cuando uno se encuentra a un magallanero[1] o a un caraquista[2], uno, como tigrero-aragüeño-que-es; no pierde tiempo en celebrar o chalequear, sobre alguna determinada derrota o victoria. 

[1] Persona en busca de una paz interna, que no sabe adónde ir. Así, apoya al Navegantes del Magallanes.
[2] Persona en busca de una paz interna, que no sabe adónde ir. Así, apoya a los Leones del Caracas. 

Esta temporada 2015-2016 ¡Ni Leones del Caracas ni los Navegantes del Magallanes llevaron chance! ¡Es más chico, NADIE llevó chance! Se podría decir que ambos equipos PASARON a mejor vida.

(¡Ya pues, ya! No chalequeemos tanto a los panas, solo porque perdieron. Ni que estuviesen, no sé, ganando en el noveno inning con seis carreras de ventaja y que los dejen… en el terreno. ¡Eso sí que es RE-QUE-TE-PASAR A MEJOR VIDA! ¿Ah? ¿Qué? ¿Se acabó el chalequeo? Ok…¡En tu vida, olvidarás algo asi!´¡En tu vid…ya pues! Me calmo…)

En lo personal, se podría decir que pasé a mejor vida, no porque haya muerto, (Sería muy bizarro escribir desde el más allá…y ser leído desde el más acá) sino porque, ante plena era tecnológica en la que vivo, no me adapto a esto de teléfonos inteligentes, teclados de computadora e incluso autobuses modernos que te dicen los nombres de las paradas a las que vas [Inserte Yutong rojos a nivel nacional aquí]. (Cosa que hasta culturiza a los malandros para decir: -Mmm, esta rata vive por aquí…)

Como mi teléfono era bruto y estaba bastante destartalado, tanto así que le metía electro-shock con los audífonos, solo para poder contestar las llamadas,me tocó cambiarlo por uno que garantizase una mejor calidad de vida. Gracias a la buena caridad de mi hermano, tengo un teléfono inteligente. Me preocupa el hecho de que sea más inteligente que yo. (Me entregaron el premio Talentum en el año 2014, pero ese no es el punto, pues.) ¿Pasé a mejor vida? ¡Pues claro que sí! Pregúntenle a cualquiera que no pueda realizar llamadas en la calle con su celular, no porque le falte saldo, no porque le falte qué decir, no porque le falte CHALEQUEAR a algún familiar fanático de otro equipo, no porque le van a cortar el plan al día siguiente, sino que…simplemente…no tiene audífonos para contestar la llamada! ¡Pasé a mejor vida, carajo!

¿Dónde estarán los magallaneros y los caraquistas esos,vale?