Cuando
una madre regaña a su retoño, antes de
las siete de la mañana, por cualquier vaina, tú dices: -Chaaaaaaaamoooooooo
¡Está intensa! Porque cuando tienes algo que ella, una abuela, una tía, una
novia o alguna mujer con peso jerárquico a tú alrededor, te manda a hacer y no
lo haces, simplemente es: lanzamiento de bomba atómica.
Se
ha demostrado (según científicas en todas las eras, alrededor del planeta) que
las féminas, son “estéreos”, o sea, capaces de realizar varias actividades a la
vez, mientras que los caballeros, somos mono (no me refiero a nuestro
comportamiento, coño), sino que somos capaces de realizar una actividad… por
una…por una…por una…
Ahora
bien, si todas las damas, señoritas y señoras… no sé… ¡Saben esa vaina! ¿Por
qué nos mandan a hacer más de una vaina a la vez? ¿Eso no son ganas de joder?
Es como pensar en la biblia (Briceño, 2010) ¿Quién creó al hombre y a la mujer?
¿Y quién creó a la serpiente que corrompió
a la mujer? ¡Ajá! ¿Eso no son ganas de joder? Prosigo.
Desde
el mismo momento en que tú mamá, novia, abuela, hermana, hermanastra, “Señoooraaaaaaaaaaaaa…”, tía, prima,
jefa, vendedora de helados, maestra,
ticher, profesora, “señoooraaaaaaaaaaaaaaaaaaa…” (cual niño que llega a
comprar a una bodega), te manda a hacer una actividad, sea la que sea, ella
ASPIRA a que tú la cumplas. Pero cuando le manda a uno a hacer dos cosas, como
colorear y no salirse del dibujo, ya el cerebro
(o celebro[1])
comienza, cual piloto de avión y bilingüe: -Danger, Danger, Danger, May day,
May day, May day…
De
acuerdo a lo mencionado antes, ya uno lleva todas las de perder, pero bueh.
Sucede que, como hijo de alguien o, en este caso, el que lleva todas las de
perder, se tiene un margen de error. Traducimos esto a, lo que es un rango, ese
espacio ficticio que existe para: meter la pata. Ponerla. Estropearla.
Car-gar-la. Sin embargo, cuando no son ni las siete de la mañana, ni siquiera
las seis, y tu mamá está cuestionando cuanta intención y acción pasa por tu
mente y por tu andar, simplemente, ya estas perdido. No llevas chance de nada.
Decisión que tomas, decisión que NO VA PAL’ BAILE[2]. Si
te colocas unos zapatos rojos, saldrá ella… -¿Por qué te colocaste los zapatos
rojos? Y si te colocas los zapatos azules, saldrá… -¿Y por qué te colocaste los
zapatos azules? De verdad, verdad… no hay escapatoria. Ni Michael Scofield,
huyendo en Prison Break.
[2] Expresión que hace alusión a que algo no va suceder, o, que existen altas probabilidades de que no ocurra.
Es
como cuando te preguntan: -¿Quieres un plato con sopa? O ¿Quieres tomarte una
taza con café con leche? Y tú dices –No. Pero igualito te lo sirven. Coño pero
si me preguntaste y te dije que no, ¿Pa’ que me traes? ¿No son ganas de joder?
Sinceramente.
En
lo particular, ese nivel de intensidad que logran conseguir las madres, NO es
fácil de alcanzar ni de esquivar. O sea. TE- JO- DIS- TE. Es un torbellino de
ideas y pensamientos que te envuelven por el resto del día, sabiendo que eres
el posible “culpable” (a medias) de las cosas, pero que ellas las van a hacer
ver como que: -Cooooooooooñ…
Es
lo que puedo llegar a denominar como “Mamá Voldemort[3]”,
una caraja que es mala, pero que es parte de tí, que te quiere, que te quiere
descuartizar porque no ordenaste tu
cuarto, que te pega, te marca,
causándote una marca así, de por vida. En este caso específico, las marcas,
esas muestras de castigo que se reflejan a simple vista, en la piel, luego de
alguna susodicha paliza[4].
Si Voldemort, A.K.A. “El innombrable” le dejó una “z” en la frente a Harry
Potter, traumándolo y marcándolo de por vida (literalmente), imagina a tu mamá,
que tiene cierto poder sobre ti (se le llama correa), lanzándote una chancleta
de caucho, una botella de plástico o dándote latigazos o correazos, con objetos hechos de cuero, por
supuesto que gana méritos para convertirse en la “innombrable”.
[3] Personaje malévolo de la saga “Harry Potter”, conocido como Lord Voldemort.
[4] Paliza: una buena golpiza. Muchos golpes por parte de muchos individuos hacia otra persona.
La
precisión y la magia de tu mamá para lanzarte algo o golpearte, y que
desaparezca alguna marca, producto del impacto, al día siguiente, para que no
sea notado por los maestros en la escuela, de pana que es digno de un curso de
magia dictado en la escuela de Hogwarts. ¿No me creen? Dígales a sus madres que
les den un chicote en el brazo, solo para que vean.
Voldemort
alcanzó los niveles jerárquicos de una madre o, mejor dicho, una madre alcanza
los niveles de innombralidad y maldad de
Voldemort cuando, como toda ente presta a traumatizar, se conecta contigo en la
distancia. Aun estando sin ti. ¿Cómo así? Bueno, en las sagas de Harry Potter, dicho
personaje soñaba con apariciones de Voldemort e inclusive escuchaba su voz,
dentro de su cabeza. Cuando tu mamá te amenaza con alguna advertencia,
prácticamente sucede el mismo efecto que en el protagonista: escuchas voces…
-¡Deja que llegue a la casa, pa’ que veas! ¡Deja que llegue a la casa pa’ que veas!
O el respectivo “en la
casa te quito esa sonrisita”. - ¡Te voy a volar esos dientes de un solo
TA’TE’QUIETO!
Que
si en las películas a las que hago referencia, el personaje maligno (nombrado
ya varias veces) tenía todo un séquito, es de imaginarnos que el séquito real,
el de nuestras madres, esté comandado por suegras, comadres, hermanas, vecinas,
vendedoras de Avon, etc. Todas…
pendientes de una paja. Para burlarse de uno, que porque hiciste algo mal, que
no podía ser así, que no sé qué, sacando hasta refranes que no vienen al caso,
luciendo hasta más ancianas, sin notarlo, por andar chismoseando.
Mama
Voldemort, ¡Pailas! No la nombres mucho, que algo malo ya habrás hecho
entonces, y las chismos… ¡Que DIGO! Las vecinas de la cuadra…ya lo saben. Todo
por tener que hacer más de una actividad a la vez. Nos vemos. Me mandaron a
hacer algo. Pero bueh.