El juego más esperado de todos ¡Y no es el juego de
tronos! ¡Juego de choros! ¡El invielno
se acelca, menol! ¡Tututu! Nuestra Venezuela, ha estado dividida a nivel histórico,
entre ricos y pobres. Actualmente, tenemos 15 años divididos entre chavistas y
escuálidos. ¿En la famosa serie Game of
thrones, transmitida por el canal por suscripción HBO, existe alguna
división? ¡Por supuesto! Hay un muro que separa a los salvajes, de los
conciudadanos del reino.
El muro que observamos en Juego de choros es
un muro mental, donde se dividen los que tienen esperanza de que todo puede
mejorar y los otros que simplemente
caminan y salen a hacer su vida como
zombies. Mi país está dividido en siete reinos, como la versión original, solo
que aquí no pega frío un coño y no hay dragones sino políticos en el poder que
tienen miles de años y aún siguen gobernando.
Está el pran central, quien controla el capitolio (podría decirse que
“el niño guerrero”). En los valles andinos, el pran de Losande, o sea de los
andes, del reino de los gochos. Boleta y jalador de miche por excelencia. No le
teme al invierno que se aproxima, ni al “Winter
is coming”, más rallado que visita e’ suegra.
En los llanos, Juan Hilario, del reino de las tierras
infértiles, pendiente de cuanto pueda negociar con los paracos en la frontera,
no cree en sayonas, silbones, dragones ni viejas mascadoras de chimó. Heredero
de la alpargata de alambre. En ‘er Zulia
mardiciao, un príncipe maracucho boleta, rey del bachaqueo del norte centro-occidental
y de la Chiquinquirá, con sus adyacencias y piraguas. No cree en la existencia
de un gobierno central ni en paros petroleros. Bastardos todos. Desde las
costas orientales, una reina que camina por toa’ esta vaina sin nombre ni
cédula, siempre confundida con una peruana por su aspecto, pero de corazón
noble. Lista pa’ liberar a su marido, que cayó preso en algún calabozo. Arrestado
por la guardia imperial que no tiene carros ni caballos sino puros monopatines
y triciclos, ante la escasez de divisas para traer alimentos y medicinas de
altura para los cuadrúpedos ni repuestos automotrices para ser usados por los
estúpidos.
En esta constante
guerra por alzarse, no con el trono de hierro como en la serie original, sino
con el trono del cerro, muchos han caído sin siquiera haber querido sentarse en
el bendito trono. Ahí, donde no se
cansan de robar. O sea. Se roban los dólares, se roban las motos, se roban lo
que ya no se puede robar, se roban hasta los títulos universitarios. Tremendo
cerro. Y tremendo trono. Se roban las cédulas para hacer colas como zombies y
comprar una y otra vez, de forma ininterrumpida, todos los días. ¿Torres de
control? ¿Puestos y alcabalas de patria segura? ¡Nada! ¡Aquí no hay “Guardia de
la noche” ni guardia nocturna un carrizo!
Killer “Da Hunt” Andrés, matón de la autopista, rostro
desfigurado por su chihuahua, cuando una ex-novia le lanzó mermelada de
guayaba, (estando borracho…), con par de perritos callejeros, siempre listo pa’
perseguir a cuanta persona vea con monedas de oro (monedas de un bolívar
“fuerte”), que le puedan ser útil para comprar boletos e ingresar a jugar
maquinitas, de forma mente-polla y sangre fría. No tiene reino ni cédula, pero tiene aliados.
Muchos. Que pelan bolas y pasan roncha como él, bajo puentes. Estos carajos sí que
saben del frío invierno, verano, otoño, ¡De cualquier frio chico! “¡Que Winter is coming un carrizo!” es su
lema. Se reúnen en las sombras para ver como joden al sistema. Al de las
maquinitas.
Lo que pega es un sol muy fuerte en este tropicaliente[1], donde
los helados chupi son la moneda de pago de cuanto Lannyster, o Andelsons, en
este caso actual-medieval-marginal, se
encuentran tratando de negociar, en cuanta agencia de parley avistan en su
comarca. Son los “papas de los helados” en cuanto a transferencia en efectivo o
bancaria se refiere. Eso de “un Andelson siempre paga lo que ‘ta debiendo,
señora”, los tiene bien rayados, por mediocres y mala pagas, tanto en todo el
reino de Suramérica, así como en Amazon
y en Mercado Libre. A falta de una caballota, una fémina catira
(o que tira) de un metro ochenta, más sanguinaria y adultera e incestuosa que
el demonio, a.k.a Cersei, observamos a Serxy, la perrita del barrio, peliteñida
desde los trece años. “Princesita de Diox”, en Facebook, según su cuenta personal,
capaz de llevar sol por 6 horas en una cola esperando autobús, para llegarse
hasta Choroní, en busca de lo que aprendió a buscar desde los trece años.
Los Dothraki, o los de traki, son una banda de tukkis (en
su mayoría, algo bastante anormal, -puras féminas-) que se lanzan a cuanta
oferta de 7 x 1 encuentran en algún puesto, tarantín, local, transnacional,
PDVal, ¡Lo que salga!, donde haya que tirar coñazos, por una oferta cuantiosa.
Coñaza, patá’ y “cunfú” son su estandarte. De “mardito becerro” pa arriba, su
lexicología tiene una poder de mil caballos de fuerza, con una aceleración mental
de 0 a 0.7 segundos, para decirte lo que piensan, sin que “les quede nada por
dentro”. Son ellas, perro. Comandadas por una tal Khaleesi, una tal Yeissi, una
tal Deisy, no sé quién coño es, pero le ronca al mambo. Tres rottweiler que le
regalaron de carajita (a falta de ponys o dragones, como en la serie original),
los cuales, a punta de arroz Primor y
papas fritas de Mc Donald,
desmiembran cuanto becerro quede pagando “la panza” en su camino. Ya llevan
como trece becerritos, porque también están escaseando (desde hace tiempo…) en
este reino.
Desde el sur hasta
el norte, vociferando su socialismo de mierda, llega unos bastardos, casi las ¾
parte de los que llegan, mandados por su reino tirano (sin meter a Tyrion
Lannister en este peo), llega los grandísimos hijo de la gran PU…PUNIENTE Isla
de Yerro, donde la mano dura de sus monarcas, han tenido en vilo a sus habitantes, lanzándose a las
frías aguas del océano, que no recuerdo cual (o cuales son…), para llegar a
Miami en busca de un mejor reino, donde
NO los manden de vuelta. No a esa isla de Yerro. No otra vez.
Bajando por la
Autopista Regional del Centro, en sus motos Bera, más de 4020 motorizados,
haciendo caballitos, con sus banners y estandartes de Motor Xtreme, ¡De bolas que hacen que más de uno se cague!, cuando
se paran en La Encrucijada, sin saber pa’ donde coño seguir. “Hijos de la luz”
según una vieja pelirroja, que toma puro sangría desde que se levanta hasta
que monta su chinchorro, al prepararse
para ir a dormir. Se comen cuanto
semáforo vean en rojo, quizás por eso de “comerse la luz”, de sentirse todos
“protegidos” ante cualquier embate de los caminos del reino (llámense huecos,
“güecos”, guayas de alambre anti-motorizados imperialistas, fiscales de
tránsito, etc.)
Que si “Valar Morghulis y Valar Dohaeris” desaparecen de
la ficción más real, para aparecer en nuestro Juego de choros, cada vez que
escasea el jabón (bien sea en polvo o de pasta), para decir, en cada valle,
cada pueblo, cada norte y cada sur de nuestro reino: “lava lo tuyo” y “lava to’
eso”. Un peo que no se puede explicar…con una sola moneda.
De parte de los Stal, tenemos a una niña medio machorra,
bien bonita ella, Daria Paz (o Aria Stark, no recuerdo bien, a esta hora…) que
sufrió de tiroteos en el barrio La Candelaria, donde perdió a todos sus
hermanos, abatidos en enfrentamientos con la guardia imperial, por estar
ganándose la vida como pica-patines y pica-triciclos. De madre venezolana y
padre colombiano, sabe mucho de cómo preparar comida sabrosa, así como de
pre-venta y distribución de cocaína, para ser revendida en restaurantes a
precios solidarios. También revende la
comida sabrosa a sus restaurantes de confianza.
El reino se mueve entre fuerzas de delincuentes,
mediocres, huérfanos, familias despedazadas, por habitantes que viven afuera
pero que están pendientes, más que un cuervo con un mensaje amarrado a una
pata, de lo que sucede aquí.
Órdenes desde las cárceles en el norte del país. Así como
en el sur del país. En todo este reino,
sin poder hacer un coño. Los herederos de toda Venezuelalia ya no saben que
hacer. Solo queda esperar que algún reino se monte en el trono del cerro, para
seguir viviendo los embates de un resentimiento social, que puede que sepa lo
que quiere, pero con mojones bípedos que
no los hacen ver lo correcto. Tututututu
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